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B i ó s f e r a ( Kuxtal / Yolistli )

Alfonso Díaz Rey

País de leyes

 

MÉXICO, D.F., 28SEPTIEMBRE2012.- Diputados del PRI realizan una votación durante el inicio de la discusión de la Reforma Laboral propuesta por el Jefe del Ejecutivo durante la sesión permanente que se realiza en la Cámara de Diputados. FOTO: RODOLFO ANGULO /CUARTOSCURO.COM

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pareciera que en este país todo se soluciona con leyes. Casi ante cualquier problema surge, como por encanto, una ley que lo solucionará. Y todos contentos. Pasa el tiempo y los problemas continúan causando estragos.

También se da el caso de que una ley representa un obstáculo al proyecto del grupo dominante y, ventajas que da el poder, no dudan en violarla y después, una vez que las violaciones formen parte de la cotidianeidad, la “reforman” para legalizar la nueva situación y utilizarla a favor de sus intereses.

Lo anterior de ninguna manera intenta menospreciar la legalidad. Siempre será mucho mejor contar con un marco legal que carecer de él. No obstante, lo legal no necesariamente es lo justo.

En una sociedad caracterizada por enormes desigualdades e inequidades, enferma y corroída por la corrupción y la impunidad, donde la violencia ha sentado sus reales y es utilizada por el grupo dominante como parte de su estrategia para tener aterrorizado y controlado al pueblo, la legislación puede ser la mejor del mundo y, al mismo tiempo, la más ineficaz.

El tema viene al caso porque a raíz de la conmemoración del Día Mundial de la Biodiversidad, el pasado 22 de mayo, se anunció la elaboración de una iniciativa de ley para proteger la biodiversidad en el país; también, y con motivo del asesinato del periodista Javier Valdez Cárdenas, el día 15 del mismo mes, han surgido toda clase de propuestas para proteger, mediante leyes, a los periodistas.

Y así como los casos anteriores, también se han ocupado de crear leyes contra la corrupción, la desaparición forzada, la violencia de género, la violencia intrafamiliar, derechos humanos, derechos de la niñez, y un extenso etcétera.

Sin embargo, las leyes, como única medida, no protegerán a los periodistas ni a la biodiversidad; no erradicarán la corrupción, la desaparición forzada, la violencia ni promoverán derechos.

Los problemas en una sociedad se resuelven creando condiciones en las que no tengan cabida vicios y desviaciones que dan origen a desigualdades e inequidades que destruyen la armonía que se supone debe existir entre gente civilizada. Esas condiciones deben crear un clima de paz, seguridad y armonía con todos los seres humanos y, en un sentido más amplio, con la vida y con el planeta que habitamos.

Lo anterior se logrará cuando los intereses que se atiendan sean los de la inmensa mayoría de los integrantes de la sociedad y los de la naturaleza, no los de unos cuantos que ahora viven a expensas de esa mayoría y de la destrucción y depredación de la naturaleza.

Y no se trata únicamente de voluntad política. Como se ha planteado en ocasiones anteriores, quienes detentan el poder velan solamente por sus intereses y los que están en el gobierno obedecen a quienes realmente tienen el poder. Así, si el pueblo, se plantea el objetivo de alcanzar una vida digna, en paz y armonía con la naturaleza, será el mismo pueblo quien a través de su organización, esfuerzo, creatividad y de una manera conciente, realice los cambios necesarios para, metafóricamente, tomar el cielo por asalto, y no solamente por unos días, como en los episodios de la Comuna de París, sino para siempre.

Entonces la legalidad y la justicia podrán ir de la mano.

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