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Reflexiones sobre la Pascua y el medioambiente Por Alberto De la Torre Gleason Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de...

Reflexiones sobre la Pascua y el medioambiente

Por Alberto De la Torre Gleason

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios… porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Carta del apóstol San Pablo a los Romanos 8:19 y 21

 

La celebración de la Pascua dentro de la cultura católica cristiana tiene su origen en la historia del pueblo judío liberado de la esclavitud después de varias centurias en la tierra de Egipto, en donde por medio de Moisés, Dios libera a su pueblo del yugo del Faraón.

Dos mil años más tarde llega la promesa de liberación espiritual completa por medio del cordero pascual sin mancha y perfecto, el mesías prometido, Jesucristo, desde entonces hasta ahora en memoria de este acto de entrega, amor y liberación espiritual, el pueblo católico cristiano celebra cada año la semana santa y la pascua.

Hoy en día, a dos mil años más de la llegada del mesías, la Tierra se encuentra sometida a servidumbre y esclavitud por la sobreexplotación de todos los recursos naturales, incluyendo especies animales y al propio hombre, todo por la constante histórica del bienestar de unos pocos a costa del malestar de muchos, los primeros motivados por su avaricia, egoísmo y soberbia por dominar lo que nos pertenece a todos y a los que aún están por llegar.

El problema es que en la actualidad tenemos el poder tecnológico para destruir la vida completa del planeta, ya sea a mediano plazo con el calentamiento global, producto de nuestras actividades depredadoras y contaminantes o, en corto plazo y por la vía rápida a través de una guerra nuclear.

Ya lo dijo el Papa Francisco en su encíclica LAUDATO SI’ el pasado año 2015 en su apartado número 104: «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo. Basta recordar las bombas atómicas lanzadas en pleno siglo XX… sin olvidar que hoy la guerra posee un instrumental cada vez más mortífero. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad».

También el científico Carl Sagan advirtió sobre la generación actual en donde contamos con gente que ostenta el poder político, económico, tecnológico y militar en el planeta, y no entiende nada sobre ciencia y mucho menos de valores éticos, ya que el crecimiento tecnológico no ha sido a la par del crecimiento ético e integral de la humanidad en esta etapa.

Lo anterior lo refuerza nuevamente el Papa en la encíclica mencionada anteriormente, ahora en su apartado número 105: «El hecho es que “el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto”, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Cada época tiende a desarrollar una escasa autoconciencia de sus propios límites. Por eso es posible que hoy la humanidad no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan, y “la posibilidad de que el hombre utilice mal el poder crece constantemente” cuando no está “sometido a norma alguna reguladora de la libertad, sino únicamente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad”. El ser humano no es plenamente autónomo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue

creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficia-les, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación.»

Sin embargo, no obstante, el terrible panorama actual, nunca debemos perder la esperanza, así como el pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto y los creyentes cristianos liberados del espíritu por medio de Jesús, así mismo, seamos creyentes o no, la generación actual tenemos la responsabilidad de comportarnos a la altura de nuestra identidad, sacar la casta, creer en lo que somos, revolucionar la mente y el espíritu para luchar y resurgir de la esclavitud a la libertad

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