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Neoliberalismo y medioambiente Alfonso Díaz Rey La expresión actual más peligrosa y brutal del capitalismo es el neoliberalismo. En el enfermizo afán de obtener ganancias cada vez mayores, los...

Neoliberalismo y medioambiente

Alfonso Díaz Rey

La expresión actual más peligrosa y brutal del capitalismo es el neoliberalismo. En el enfermizo afán de obtener ganancias cada vez mayores, los grandes grupos financieros imponen proyectos de todo tipo que acarrean serios impactos adversos en aspectos sociales, culturales, económicos y ambientales, los que afectan principalmente a comunidades humanas y de otras formas de vida en el área de influencia de tales proyectos.

Si bien la afectación al medioambiente por los seres humanos empezó cuando éstos comenzaron a formar comunidades, con el tiempo se percataron de la necesidad, y las bondades, de vivir en armonía con la naturaleza y con su entorno; prueba de ello son las ancestrales prácticas que aún mantienen pueblos originarios en su relación con el medioambiente.

Las formaciones sociales posteriores a las comunidades primitivas, en las que ya estaba presente la propiedad privada y los centros de población crecían desordenadamente, dieron lugar a un aumento en las afectaciones al medioambiente; sin embargo, la naturaleza mantenía una elevada capacidad de regeneración, motivo por el que hasta cierto punto pasaban desapercibidas o no representaban un serio problema.

El deterioro ambiental acelerado inicia paralelamente a la producción industrial capitalista, cuando se produce para generar ganancias en vez de hacerlo para satisfacer necesidades; se crean falsas necesidades y patrones de consumo para incitar a la compra de productos superfluos, muchos de ellos con periodos de obsolescencia cada vez más cortos, susceptibles de convertirse rápidamente en basura..

Esa forma de producir y las contradicciones que genera tiene en la guerra un irracional mecanismo para resolverlas; ha llevado a la humanidad a dos guerras mundiales y a un sinnúmero de conflictos bélicos regionales y locales; y lo que es peor, tiene al mundo en constante peligro de una conflagración que pone en riesgo la existencia misma de muchas formas de vida en este planeta, incluida la humana.

Ese desmedido afán de obtener ganancia a costa de lo que sea se potencia con la imposición y aplicación de las políticas económicas neoliberales, situación en la que los más perjudicados son la naturaleza y los trabajadores del campo y la ciudad, sobre todo en los países subdesarrollados.

En nuestro país padecemos la imposición de tal política desde 1982. Desde ese año el gobierno, instrumento político de la clase social dominante, ha despojado al pueblo y a la nación de bienes y riquezas naturales que históricamente la han pertenecido, para cederlos o ponerlos al servicio de poderosos grupos económicos privados ligados en gran parte al capital financiero internacional.

Así, se desarrollan megaproyectos turísticos, industriales (minería, petróleo, energía, manufacturas, etc.), comerciales, hidráulicos, de infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras), inmobiliarios, que ocasionan severas afectaciones a la naturaleza y a los seres humanos.

Uno de esos proyectos es el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), donde se pretende que el Estado invierta para que empresarios privados se beneficien en los negocios que, inducidos por nuevo aeropuerto, necesariamente surgirán, entre otros: inmobiliarios, comerciales, viales, turísticos, de transporte; los que seguramente, por las características de la zona, contribuirán con más impactos adversos sobre muchos de los factores que conforman el medioambiente.

El sector de grandes empresarios aduce que la cancelación del proyecto del NAICM acarrearía grandes pérdidas, por lo que se ha invertido; lo que de ocurrir sería responsabilidad de quienes lo autorizaron, no del próximo gobierno, como como argumentan.

Esgrimen que una medida contraria a la continuación de ese proyecto ahuyentaría a los inversionistas e impactaría negativamente en la economía, lo que más parece una amenaza para salvaguardar intereses privados a costa de continuar pisoteando los del pueblo.

Además, si se hiciera un balance objetivo y con rigor científico de los impactos benéficos y los adversos que genera tal proyecto, ejercicio ausente en el manifiesto de impacto ambiental, veríamos su inviabilidad debido a la enorme afectación a la gran mayoría de los factores y aspectos que constituyen el medioambiente.

Y es precisamente en el contexto del neoliberalismo que mediante una serie de medidas y políticas, generadas e impuestas desde el Estado (reformas estructurales, les llamaron), se crean todo tipo de facilidades a los grandes capitales para elevar sus ganancias, sobre todo la tasa de éstas, lo que se traduce en una mayor explotación de los trabajadores, la privatización de bienes y servicios públicos y la destrucción de riquezas naturales. El efecto de esas medidas, resumidas en un documento llamado Consenso de Washington, representó, para los pueblos donde fue impuesto, un grave retroceso en aspectos laborales, sociales, políticos, culturales, económicos y medioambientales; y aunque este último aspecto de alguna manera engloba a los demás, la afectación al medio natural ha sido en esta etapa particularmente agresiva y devastadora (cambio climático, contaminación del aire, agua y suelos, escasez de agua potable, fenómenos meteorológicos extraordinarios, entre otros), situación que agudiza los impactos en los otros componentes del ambiente.

Esas medidas han generado más y mayores problemas a los pueblos. Y aunque algunos las han rechazado, sería un error considerar que fracasaron; el gran capital se ha fortalecido y busca más territorios y actividades que le reditúen ganancias en proporciones atractivas; ello, con la complicidad de las clases dominantes.

No obstante el dominio y el carácter hegemónico del capitalismo en la actualidad y de la enorme influencia del capital financiero internacional, también, al mismo tiempo, se han exacerbado una serie de contradicciones que generan, como respuesta, la organización y lucha de cada vez más amplios sectores del pueblo en torno a objetivos y demandas que aun siendo específicas o muy particulares, al identificar las causas de sus problemas poco a poco se irán articulando para convertirse en una lucha más amplia e integral que desembocará en los cambios necesarios para construir una patria justa, libre, unida y soberana.

El próximo gobierno Federal tiene la oportunidad de demostrar de qué lado se colocará. El pueblo está por la vida

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