¡¡¡¡Y…….. arrancan!!!!
Por Mtra. Altagracia Mosqueda Liceaga
“Si no peleas por acabar con la corrupción y la podredumbre,
acabarás formando parte de ella”
Joan Baez.
Estamos en plena carrera electorera, la competencia es de todos tipos: engañosa, desleal, amenazante, temerosa y para algunos hasta esperanzadora. Y es que el botín así lo amerita: presidencia de la república, gobernadores, presidentes municipales, diputados y senadores tanto federales como locales…… puestos nada despreciables si de embolsarse dinero se trata.
El bombardeo de anuncios publicitarios desde las famosas “precampañas” y ahora en la campaña propiamente dicha, avalada por un instituto que no respeta sus propias normas, que haciendo alusión a la Chimoltrufia “como dice una cosa dice otra” nos tiene a los ciudadanos desquiciados, al borde de la locura, escuchando una y otra vez o como dirían en lenguaje empresarial 1440×365 palabras sin sentido, acusaciones y señalamientos que las autoridades no toman en cuenta, falacias disfrazadas de promesas que no cumplirán; en precampaña escuchábamos los mismo pero al final se decía: “mensaje exclusivo para los integrantes del partido” aunque todos lo escucháramos, ahora va directo a todo electorado, al que habrá que convencer con mentiras o a la fuerza de que su voto podrá cambiar las condiciones deplorables de este país: pobreza, marginación, desigualdad, violencia, desempleo, discriminación y un largo etcétera, habrá que convencerlo que su participación marcará el rumbo del país, que es el voto decidido y consciente el que habrá de cambiar las cosas……. ¡¡Patrañas!!
Mientras ellos se “disputan” o se ponen de acuerdo para acomodar “las joyas de la corona” según convenga, los trabajadores continúan cargando la peor parte: salarios de hambre, jornadas laborales de esclavo, un paupérrimo servicio médico, inseguridad en el empleo y ya no pueden ni siquiera pensar en su futuro porque acabaron con las pensiones.
Paradójicamente los candidatos hacen promesas de cambio, de mejores condiciones de vida cuando ellos mismos son los generadores de las condiciones de vida inestables e inseguras que padecemos.
“El salario mínimo en México es el más bajo de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En comparación con los trabajadores de países del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) la diferencia salarial es enorme:
De acuerdo con el Departamento del Trabajo de Estados Unidos el salario promedio en la industria maquiladora es de 26.19 dólares la hora. Los trabajadores mexicanos que realizan la misma función tienen un salario de $340.00 por jornada laboral completa. Jerry Dias, líder de Unifor, el sindicato más grande en Canadá y que representa a los trabajadores del sector de la automoción (sic), las comunicaciones, la energía y las papeleras, dice que un nuevo tratado en la región debe incluir mejores ingresos para los mexicanos.” BBC Mundo.
Según la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra) elevar el salario de los trabajadores provocaría inflación, sin embargo, la inflación no se ha detenido, cada día la canasta básica incrementa su precio, su accesibilidad disminuye por la depreciación del salario. “En diciembre de 2006 eran suficientes 134 horas de trabajo de salario mínimo para adquirir la canasta básica (alrededor de 54 pesos por hora) y al día de hoy son necesarias 193 horas laborales” INEGI.
Así, mientras el trabajador mexicano se parte el lomo trabajando 10 y 12 horas diarias por un raquítico salario, se parte la cabeza ideando cómo emigrar a los países del norte en donde los salarios son mucho mejores, se parte el alma viviendo la pobreza en que vive, los funcionarios y exfuncionarios mexicanos se burlan de la población ganando sueldos exorbitantes, haciendo declaraciones como que su mega salario no les alcanza, que si les quitan su pensión millonaria de qué van a vivir, solicitan a la población que sigan votando por ellos y todavía nos embarran cínica y diariamente acusaciones graves de fraude y robo que haciendo gala de complicidad ninguna autoridad quiere ni ver ni escuchar.
Nuestra responsabilidad como ciudadanos es organizarnos, participar para exigir mejores condiciones de vida, para recuperar nuestros espacios, nuestros recursos arrebatados, nuestras garantías eliminadas; dignificar nuestra estadía en este mundo debe convertirse en nuestra bandera de lucha; si la apatía, la indiferencia, la alienación superan la dignidad personal y social entonces somos cómplices de esa podredumbre política que nos gobierna.
