Por: Eber Sosa Beltrán.
Psicólogo Clínico y activista social interesado en el género, el medio ambiente y los derechos humanos.
Los códigos de lo masculino se caracterizan por una constante reafirmación del poder, la verdad y la fuerza. La identidad de los hombres se construye a partir de la incorporación de referentes que son aceptados socialmente desde una lógica competitiva oscilante entre el triunfo y la derrota, Ascender en la escalera jerárquica y ser el mejor, el ejemplo a seguir, es un mandato social generalizado que pocas veces se cuestiona abiertamente y en cambio se experimenta con una complicidad silenciosa. Los ejemplos son múltiples una una madre o un padre que quieren darle a sus hijos lo mejor y pasar penurias o sacrificios con tal de evitarles el sufrimiento de sus propias infancias, capaces de condescender a su pequeño tirano; lo vemos también en la búsqueda infructuosa del amor verdadero aquél angel despiadado que condiciona la libertad a una serie de existencias imposibles de cumplir; sucede lo mismo en la organización reconocida aquella que admira a sus jefes por su absoluta entrega a los valores e ideales de la empresa sin preguntarse acerca del costo personal que significa estar al frente de una responsabilidad incomparable. Y que hay de aquél hombre designado por mandato divino a guiar a su feligreses por el camino de la fe, un error puede negarse, olvidarse o castigarse sin voltear a ver que en parte es nuestra ilusión la que nos conduce ciegamente a caminar sobre el borde del desfiladero y que aquél que va adelante es como el último, ambos se encuentran en una posición de mayor riesgo. La lealtad y el honor son sagrados y tienen desde el discurso masculino un valor mayor que la vida, la venganza no descansará hasta obtener su veredicto: el destierro. Aquí yacen los desheredados, los fugitivos, los traidores, los cobardes, los enfermos, los donadie, los olvidados, engañados con sus propias mentiras, pagando un alto costo por su insolencia se arrastran lentamente hacia la única salvación que se les ofrece como alternativa: la muerte.