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BIÓSFERA/ REENCONTRAR EL RUMBO

Por: Alberto De la Torre Gleason   El hombre no puede conocer ni dominar la Naturaleza, sino “obedeciéndola”.   Francisco Bacon.     Los avances del conocimiento de la...

Por: Alberto De la Torre Gleason

 

El hombre no puede conocer ni dominar la Naturaleza, sino “obedeciéndola”.

 

Francisco Bacon.

 

 

Los avances del conocimiento de la humanidad surgen de la observación de la Naturaleza, es así que, investigando, estudiando y emulándola, el hombre de hoy en este siglo XXI puede volar no tan solo intercontinentalmente sino en el espacio exterior.

Y sí, la Naturaleza no es tan solo la madre de todo, pues nosotros mismos nos debemos y dependemos de ella al 100%, sino que también es nuestra maestra ya que todo lo que existe creado por el hombre, tiene una inspiración en alguna cosa o situación de ella.

La primera gran enseñanza que dio a la humanidad es que la Naturaleza es un “todo”, es portadora del fenómeno más grandioso conocido que llamamos vida, que está compuesta por una mega diversidad de elementos, compuestos, sistemas, organismos, comunidades y ecosistemas, que en conjunto e interdependencia mutua, logran el equilibrio para prosperar, evolucionar y trascender.

En la dialéctica de la Naturaleza se observa que se crean organizaciones y sistemas que, siguiendo el mismo principio, conforman organizaciones más complejas que les permiten crecer con mayores beneficios, creando sinergias con otros medios diferentes pero que también a su vez se originaron bajo las mismas circunstancias de organización y vida en comunidad.

Así las diversas especies vegetales y animales, entendiendo el mensaje “natural”, conformaron colonias, comunidades, manadas, etc. que potencializaron su seguridad para vivir; es así que surgen también los primeros grupos de hombres para ayudarse entre sí para cazar, comer, procrearse y protegerse.

            Desafortunadamente la pérdida de conciencia de estos principios naturales de vida comunitaria que nos han dado vida y prosperidad, han sido devaluados y olvidados en diversas etapas de nuestra evolución en la Tierra, sin embargo, en el pasado, aun con esas desviaciones y por el potencial del hombre en modificar la Naturaleza con sus obras, no se tenía aún la capacidad de poner en peligro nuestra existencia. En el siglo XX y este XXI, desafortunadamente sí tenemos ese poder y ya estamos modificando negativamente la Naturaleza en nuestra contra.

            Claramente lo vemos en la ruptura de las comunidades del sistema de desarrollo occidental en estas últimas 3 décadas, por el capitalismo neoliberal depredador, en donde más que nunca en la vida del planeta, se han sobrexplotado todos los recursos naturales, se ha impuesto una ideología materialista, hedonista e individualista en dónde pareciera que no pertenecemos ni dependemos de nuestra madre Naturaleza y que vale más un minuto de gloria banal que 80 años de estabilidad, en dónde vale más el “tener” que el “ser” y se preferencia la ganancia monetaria sobre la vida misma y sus comunidades.

¿Qué nos está pasando? Hemos perdido el rumbo, el rumbo original inscrito con tinta indeleble en la Naturaleza y descrito al principio de este artículo.

Debemos reencontrar el rumbo, recordar y hacer conciencia que nos debemos a la Naturaleza y que solo funcionamos de manera adecuada y equilibrada si trabajamos conforme a sus principios y reglas: organización, ayuda entre comunes, creación de colonias y comunidades, ecosistemas, interdependencia, sinergia, etc.

Salamanca, Gto., 26 de enero del 2020.

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