ROSA es una chaparrita que tiene 25 años, pero parece de 19. Sonríe y me comenta: «con mi primer marido fui feliz, pero el de ahora vale gorro, yo le digo que es medio joto, feo y para acabarla de amolar…¡pobre!».

Habla con una naturalidad que me hace reír. A pesar de sus quejas, siempre anda contenta, trabaja por aquí y por allá haciendo limpieza y su ambición es sacar adelante a sus hijos y nada más…es una mujer simple, como quzá halla muchas personas del pueblo; gente que no se complica mucho la existencia con elucubraciones y que no ambicionan el dinero más allá de cubrir sus necesidades. Más, sobre todo, que, a pesar de lo duro de las circunstancias, no pierden la energía necesaria para seguir adelante ni el optimismo.

Esta mujer es tan claridosa y dicharachera que algunos hasta la podrían catalogar como vulgar.

Sin embargo, para mi, Rosita es la alegría de las mañanas, la sal de la tierra, azúcar para la conversación.

Supongo que habrán conocido personas así..sin tantas complicaciones, realistas, luchonas, sinceras, vivas…me gustan.