EL AGUA Y NUESTRA NUEVA FORMA DE VIDA

Por Guillermo Alejandro Ramírez Carmona

El agua es un bien al que todo ser viviente tiene derecho, pero torpemente lo estamos degradando; las masas de agua se están moviendo a otras partes y la repartición no es equitativa. A tal grado ha llegado la situación en el mundo, que no contribuye a la paz y desarrollo del ser humano.

Hay que reconocer una ventaja en el caso de reflexionar positivamente a lo expresado en el párrafo anterior: viviremos más naturalmente como nos corresponde porque nuestros antepasados nos han dejado una herencia y ejemplos muy sabios que hay que seguir.

Para ubicarnos en la realidad tenemos el caso del río Lerma a su paso por nuestro municipio. Podríamos quedarnos sin agua. Para ello entre otros se promulgó el PROGRAMA Nacional Hídrico 2014-2018, y afrontar así los desafíos de las siguientes tres o cuatro décadas. Esto requiere los esfuerzos y experiencias de gobierno y ciudadanía para lograr la gestión integrada del recurso hídrico.

Por esto, lo que debe hacer cada ciudadano en sus diferentes actividades es adoptar una serie de hábitos en los siguientes rubros:

– Nuestra actitud.

– Considerar seriamente el medioambiente que nos circunda.

– Respetar leyes, normas, métodos, procedimientos.

– Considerar cómo relacionamos nuestros objetos domésticos en relación con el agua.

– Informarnos para participar y desarrollar una cultura del agua.

– Ver la forma de prescindir o disminuir el uso de ciertos artefactos usados en el hogar.

Esta lista puede ser complementada por aquellas personas que acostumbren o se les ocurra un manejo más racional del agua.

Por la variedad de los habitáculos se dividirá en casas, edificios, oficinas, escuelas, hoteles, hospitales, etc., que pueden disponer de cocina, cuarto de baño, área de lavado, jardines, etc.

Cocinas:

– Trastos, aquellos en que se manipulen frutas y verduras, no requieren jabonadura si se lavan inmediatamente. No abrir el grifo totalmente. No dejar en el plato comida, tomar exclusivamente la que se ingerirá. Trapos de cocina, desinfectar al sol en lugar de lavar intensivamente. Lavado de frutas y verduras al jardín o macetas. Agua de limpieza de piso sin químicos al jardín.

Baños:

– Baño en regadera: remojarse, cerrar la regadera, enjabonarse y enjuagarse. Calentar 4 o 5 litros de agua con la radiación del sol en un recipiente de acero inoxidable de preferencia, taparlo y esperar a que la temperatura llegue alrededor de 50º C, verter en una cubeta de aproximadamente 15 litros, se dispondrá de agua a 35-36º C. Agua de lavado de pisos muy sucios usar en el excusado. Para la limpieza de la dentadura y lavado de manos usar pequeñas cantidades de agua (usar vaso). En algunas partes lo óptimo es usar las fosas vietnamitas, bien operadas ofrecen algunas ventajas importantes para el medio rural o semiurbano.

Área de lavado (lavadero o lavadora):

– Para disminuir el consumo de agua poner la ropa a asolear pero cuidando no sobrecalentar la tela, únicamente se trata de que las radiaciones solares maten los microbios; un exceso de tiempo oxida la grasa corporal de la tela y se genera un mal olor. Hay una recomendación que la ropa de lana convenientemente desinfectada con el sol se puede usar nuevamente.

Existe lo que se llama cosecha de agua, que consiste en captar el agua de lluvia permitiendo su uso o que vaya al subsuelo. Asimismo, los desarrolladores inmobiliarios deberán construir los fraccionamientos con un drenaje pluvial y en conjunto con el ayuntamiento deberán preocuparse para que esas aguas sean aprovechadas racionalmente.

Las ideas expresadas anteriormente están relacionadas con nuestra actitud porque tenemos la buena voluntad de respetar las leyes y normas; además de los procedimientos que nos impongamos. También hemos relacionado nuestros objetos domésticos o de trabajo. Esta nueva forma de actuar evitará las restricciones en la disponibilidad de agua.

Para la cultura del agua además requerimos conocer más del tema y divulgar lo que hacemos entre las personas que conocemos o que están dispuestas a preparase para una nueva forma de vivir.