B i ó s f e r a ( Kuxtal / Yolistli )

MIEDO AMBIENTE*

 

Por Alfonso Manuel Díaz Rey

Gran parte de la población en nuestro país vive con temor derivado del extendido ambiente de violencia originado, de una parte, por más de tres décadas de continua degradación de las condiciones de vida de las mayorías y, de otra, por la descomposición social resultante de un sistema en el que imperan la corrupción, el despojo y la impunidad, en el que se privilegia más tener que ser.

Pareciera que el grado de temor que actualmente prevalece no es suficiente y que el pueblo debiera experimentar un poco más; por lo que ahora, en plena época electoral, se ha desatado una campaña para infundir más miedo a la gente, presentándole desastrosos escenarios que se darían en caso de ganar la elección presidencial el candidato que, según las encuestas de intención de voto, tiene las mayores probabilidades.

Se difunde que se perderán empleos, se degradará la educación, se detendrá el desarrollo, desaparecerá la seguridad social, aumentará la violencia, surgirá el autoritarismo, habrá una regresión al pasado y se ahuyentará la inversión, entre otros escenarios, lo que supondrá un retroceso en relación a lo logrado hasta ahora por los tecnócratas neoliberales que gobiernan desde 1982.

Paradójicamente, de todo aquello sobre lo que se infunde miedo, es sobre lo que desde hace más de tres décadas ha estado padeciendo el pueblo mexicano; por ejemplo:

La generación de empleos es insuficiente para atender a quienes arriban a la edad laboral; la tasa de desocupación es más alta entre quienes cuentan con educación media y superior; además, las conquistas laborales están en vías de extinción y los salarios se encuentran en los niveles más bajos del mundo, lo que se presenta como una «ventaja competitiva» para atraer inversiones.

El abandono de la educación pública es alarmante, así como la deserción escolar debida al agravamiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población.

El desarrollo, visto como el mejoramiento de las condiciones de existencia de la sociedad entera, es un espejismo que se aleja día con día, mientras que, por otro lado, el grupo en el poder cada día acumula más riqueza y, en contraparte, se incrementan la desigualdad, la inequidad y la injusticia.

La seguridad social también ha sido objeto de abandono y se encuentra en franco retroceso. Únicamente avanza en los discursos oficiales.

El país se encuentra sumido en un clima de violencia criminal, generado por bandas de malhechores que se encuentran tanto del lado del gobierno como de grupos de antisociales. Si a lo anterior agregamos la violencia doméstica y la de género, completaremos un escenario espeluznante.

Vivimos una «democracia» en la que nos hacen creer que con votar cada tres o seis años por candidatos que nos imponen desde el poder, los que tienen y defienden intereses ajenos al pueblo, ejercemos con ello nuestros derechos democráticos. Las decisiones de gobierno son, en general, autoritarias. Se obstaculiza la participación social, no obstante se contempla en la legislación como un ejercicio fundamental para la solución de los problemas.

El pasado inmediato que consideran superado fue el que incubó el presente en que vivimos; sin embargo los neoliberales nos han llevado a los tiempos del más salvaje capitalismo, donde todo sucumbe en aras de la ganancia.

Quizá la inversión privada, local y extranjera, sea lo único que hasta ahora se ha mantenido, solamente que su presencia está marcada por el interés de apropiarse de lo que una vez fue el patrimonio nacional y de la industria mexicana; es el único logro que pueden presumir los neoliberales: la entrega del país al capital privado. Sin embargo, cuando hayan entregado lo más valioso, se quedarán sin nada que ofrecer a los dueños del dinero.

En este ambiente de terror, debo confesar que, en lo personal, me invade el miedo:

Miedo a un fraude electoral, equivalente a un golpe de Estado, que nos lleve a más de lo mismo, con perspectivas a empeorar cada día más.

Miedo a que la transformación prometida se convierta en un espejismo porque no se toquen las estructuras de poder económico que provocan el actual estado de cosas.

Miedo a que seamos incapaces de organizarnos para construir un país diferente del que tenemos, el que quieren conservar aquellos que desde siempre nos han tenido sumidos en el temor a los cambios en favor de las mayorías.

Miedo a que si seguimos como hasta ahora, cunda el desánimo y nos volvamos más sumisos y conformistas.

Y si ya nos han despojado de casi de todo, ¿por qué no les entregamos nuestros miedos y nos decidimos a ser los dueños del futuro?

*Tomado de: http://www.somosmass99.com.mx/miedo-ambiente/

Salamanca, Gto. 13 de mayo del 2018.

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