
La defensa del medioambiente
Por: Alberto De la Torre Gleason
La conciencia sobre los problemas globales cada día es mayor, esto permite tomar acciones organizadas que aumentan la esperanza que se necesita para cambiar, sin embargo, la tarea es muy grande y los obstáculos por vencer requieren de un proceso que toma tiempo.
Se ha señalado en diferentes ocasiones sobre la integralidad que representa el medioambiente y que no solo se circunscribe a la parte natural biológica, sino que involucra todas y cada una de las interacciones y procesos entre todos los individuos vivos con el medio físico que nos rodea, por lo tanto un problema de economía influye sobre el medioambiente, un problema de educación también influye sobre el medioambiente, una guerra, un desastre natural, el arte, el crimen, el crecimiento poblacional, etc., etc., todo, absolutamente todo está interrelacionado en menor o mayor grado.
Por lo anterior, es mi interés comunicar al lector que todo esfuerzo que se realiza en el mundo en favor del bien común, es importante y debe interesarnos por pequeño que sea, pues
en el momento en que entendemos que si las personas, cosas y circunstancias cercanas a mi están bien, yo estaré bien también; entonces dejaremos de dañarnos mutuamente y viviremos felices.
Quizá el creer que a nosotros nunca nos pasará algo, nos mantiene raptados e indiferentes para identificarnos con las luchas diversas por vivir mejor que, en tal caso, sin duda estamos pensando egoístamente en nosotros mismos, en el tiempo inmediato; ambos pensamientos nos llevarán tarde o temprano a problemas más profundos que costarán más sufrimiento.
Por citar algún ejemplo conocido: al inicio del gobierno de Felipe Calderón, estados de la república como Guerrero y Michoacán fueron el centro del huracán en problemas de violencia y narcotráfico, en tanto, estados como el nuestro, Guanajuato, gozaba de seguridad en ese sentido. Pero, ¿qué pasó? ¡Nos dormimos en nuestros laureles!, como dice el refrán, y lejos de ayudar a nuestros estados hermanos, nos desentendimos pensando que los que tenían que resolver esos conflictos eran ellos y no todos; es decir, una visión individualista. Y ahora, en pleno agosto del 2018, somos testigos de la barbarie diaria en ciudades como Irapuato, León, Celaya, Salamanca y alrededores.
La contaminación atmosférica de Salamanca poco interesó a las ciudades vecinas, sin considerar que los contaminantes viajan por el aire y llegan más tarde a ciudades como Irapuato y León; pero ¿qué me importa? ¡Si yo no vivo en Salamanca! ¡Gracias a Dios!, pensarán más de uno.
Hace unos días, la organización denominada Agenda Ambiental Irapuato, después de más de un año, obtuvo la sentencia favorable en defensa de unos árboles que pretendían quitar por un proyecto vial poco sustentado sobre el boulevard Gómez Morín en la ciudad de Irapuato, Gto. Y muchos dicen: ¡Ay son solo unos cuantos arbolitos! ¡Los van a trasplantar! ¡Necesitamos calles amplias porque tenemos muchos coches! ¡Esas mujeres están exagerando!, etc., etc. Otros manifestaron su apoyo y aun arriesgaron sus propias vidas. Pareciera poca cosa y de poco valor, pero la realidad es que como este pequeño logro que ha costado mucho, requerimos millones en todo el planeta y demanda nuestra participación decidida, no como un favor sino como una necesidad urgente para salvarnos a nosotros mismos.
¡Entendamos!: la lucha por proteger a las abejas, es mi lucha, la lucha por la selva del Amazonas, la contaminación del Río Sonora, la desaparición forzada, la corrupción, la protección de acuíferos y áreas naturales protegidas, la liberación de presos políticos, la paz en Siria, etc. etc., ¡deben ser mis luchas también!
De otra forma, seremos similares al avestruz que cree que por esconder la cabeza dentro de un agujero en la tierra, su depredador no la verá y le perdonará la vida.