El color de la impunidad
Por: Altagracia Mosqueda Liceaga

Ha quedado a la luz pública que la Reforma Educativa, considerada “de gran calado” en la aún administración de Enrique Peña Nieto, no responde a las necesidades educativas de nuestro país y su implementación ha provocado inconformidad social que se demuestra con mantas en las escuelas, un sinfín de marchas, plantones, caravanas, mítines, llegando a la brutal represión como ocurrió en Nochistlán.

Sin embargo, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), metido en su bien retribuido papel de contenedor de inconformidades y denuncias, le ha dado la espalda no solo a los trabajadores de la educación sino al pueblo mexicano en su totalidad; ya que la educación es o debería ser un aspecto prioritario en todo país, pues en ella se sustenta el desarrollo pleno de su gente.

Elba Esther Gordillo Morales, expresidenta, presidenta o lo que sea ahora, ha tenido una historia de corrupción, engaño y asociación delictuosa desde sus inicios; su discurso ha sido en varias ocasiones alentador para algunos maestros ilusos que siguen creyendo en ella, ignorando su trayectoria o que se valen de los mismos trucos para obtener beneficios sindicales.

A más de 5 años de haberla detenido y “encarcelado”, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito exoneró a Elba Esther Gordillo; ya podemos imaginarnos decir al juez la ominosa frase: “disculpe usted, no encontramos pruebas suficientes” y la cara de “la maestra” llena de satisfacción por su oprobiosa impunidad.

No tuvo ningún recato, inmediatamente se presentó ante los medios como la víctima y con una frase amañada quiso hacer creer que fue defensora de los derechos de los trabajadores docentes y contraria a la imposición de la Reforma Educativa, con el más alto grado de cinismo y desvergüenza cerró su declaración triunfante: “Recuperé la libertad y la Reforma Educativa se ha derrumbado”.

Es innegable que tiene seguidores, de esos que se arrastran, obedecen y traicionan; también están los ingenuos docentes que aún creen que el SNTE defenderá sus derechos, cuando en los hechos ha sido promotor de la Reforma Educativa y omiso a la pérdida de derechos laborales.

El SNTE se ha dedicado a engañar a sus bases, beneficiando a sus líderes y representantes; así han acumulado grandes fortunas Elba Esther y Juan Díaz de la Torre, quienes han maiceado a los secretarios generales de las diferentes secciones charras, la mayoría inmersos en puestos políticos para continuar enriqueciéndose.

Así, en el 2005 surge Nueva Alianza, depósito de ladrones, con este partido político el poder de Elba Esther crece y con ello la compra de conciencias se hace más sencilla, al grado de regalar (2008) a los dirigentes seccionales una camioneta Hummer 2009, convirtiéndolo en un premio a la sumisión y una advertencia al gobierno federal.

Fieles a sus ambiciones, lo que menos le ha interesado a Elba Esther, al SNTE o a Nueva Alianza es la educación de los niños. Para ella están primero su persona y su familia, su riqueza (el orden de los factores no altera el producto); su hija (ya fallecida),

Mónica Arriola Gordillo, fue diputada federal y senadora por el partido Nueva Alianza; René Fujiwara, nieto de “la maestra”, fue diputado plurinominal por Nueva Alianza; Fernando González Sánchez (yerno), fue en el 2006 subsecretario de Educación Básica; Jaime Arturo Vázquez Aguilar (yerno), fue secretario particular de Fernando González Sánchez y en 2009 fue diputado federal plurinominal por Nueva Alianza; Maricruz Montelongo Gordillo (hija), ha sido coordinadora de proyectos especiales en el SNTE y diputada federal plurinominal por el PRI; todos ellos poseen grandes fortunas emanadas de negocios turbios, fraudes y desvíos.

Pero como es costumbre en este país y sus leyes a modo de los poderosos y dueños de la riqueza, la impunidad está vestida de colores y en esta ocasión tiene un brillante azul turquesa, que a partir del pasado 1 de julio empezó a desvanecerse con las promesas de transformación del país.