
Cierto es, que no existe en México un sólo nivel de gobierno, que pueda decirse completamente interesado, conocedor y entendido del problema de la equidad de género, así como todos sus vicios derivados, como la violencia física, psicológica y política contra la mujer.
Pasan los meses y no hay acciones efectivas tangibles o resultados en escuelas, instituciones, municipios, estados o país; es más, en los niveles más cercanos a la ciudadanía, no se percibe ni el más mínimo aroma de empatía de la autoridad o los funcionarios públicos.
Ha sido profundamente indignante y ruín, ver algunas fuerzas políticas debilitadas, pretendiendo adherirse a esta causa, para aprovechar la inercia natural, de que el primer señalado en el escenario actual, es el gobierno federal. Y aquí viene un gran problema, puesto que esos partidos y sus medios de comunicación satélite, han propiciado que este tema, como cualquier otro, se desvirtúe y desvíen la atención, de tal manera que el tópico central acaba siendo NO la equidad de género, o la violencia, o la atención a las víctimas, sino que otra vez pone en el foco central al presidente, bajo el mismo golpeteo barato y el discurso vacío del que ya todos están hartos, para bajar su popularidad, y acaba resultando lo contrario. De soluciones no se hablará.
Por eso esta vez es importante que haya un acotamiento del problema, y se deje de dar entrada en medios y redes, en la medida de lo posible, a la efervescencia política, que en estos meses está sedienta, laceriosa de poder, y por supuesto, entrarán con todo, a vertir su veneno mediático multimillonario de información falsa, en donde cada año, los únicos que pierden credibilidad son los movimientos feministas.
Para prueba de lo anterior, recordemos cuáles han sido los encabezados más recientes en años anteriores, «Daño al patrimonio histórico»; «Hombre agredido por mujeres durante la marcha»; «Pérdidas millonarias en comercios por cierre, y daños en negocios».
Nadie habla de la sustancia, nadie habla de que la solución no vendrá sólo de una decisión gubernamental; es más, el veredicto final de la prensa por el 8 de marzo, suele ser una criminalización de los movimientos feministas, que si bien, siempre suelen venir acompañados de infiltrados pagados para generar violencia, están lejos de ser la generalidad o la esencia de lo que muy legítimamente se reclama de forma pacífica. Y entonces la opinión pública, acaba recibiendo el mensaje de #NoMeRepresentan, que se replica por millones, porque ‘son un puño de revoltosas’, eso el vandalismo.
¿Por qué conviene esto a muchos grupos políticos, económicos y religiosos?
En primera, porque genera estado de crisis, mantiene entre su feligresía, la idea de que hay caos, hay anarquía, y por tanto es el escenario propicio para saltar al reflector y decir, ‘yo lo puedo hacer mejor’, sígueme.
Y en segunda, porque atender el problema de la equidad de género, del equilibrio de la participación de la mujer en la vida política, y muy importante, el tema de la libertad reproductiva, llámese tema del aborto, van totalmente contra su discurso, es algo que han combatido por décadas desde el poder, desde sus curules y desde el púlpito. Han fomentado y cultivado el modelo hegemónico masculinizador de la sociedad, y permitir ahora que se derrumbe lo que ya han logrado con tanto dinero y «esfuerzo»…imposible. Por lo que su calificativo a estos movimientos siempre es el de ‘inaceptable’. Pero más allá de la doble moral, siempre hay poder e intereses monetarios de por medio, nunca olviden eso.
Este 8 de Marzo, trataré de hablar, ahora sí, del gobierno, de las instituciones sociales, y de nuestra posición, frente a uno de los problemas más importantes de nuestra actualidad, la inequidad de género, la violencia y la sociedad machista, como un tema del que todos absolutamente, somos y hemos sido parte del estado que guardan las cosas, por tanto es nuestra obligación procurar estar informados.
Por:Francisco Vélez/ colaboración especial para El Salmantino