
Con la llegada de la temporada de lluvias, Salamanca se enfrenta a una amenaza latente: el deterioro visible de sus calles y espacios públicos, combinado con la falta de infraestructura adecuada, podría desencadenar una serie de complicaciones que afecten directamente la seguridad y calidad de vida de sus habitantes.
Baches profundos, banquetas colapsadas, acumulación de basura y drenajes al borde del colapso dan señales claras de una ciudad que no está preparada. A pesar de los reiterados llamados a no tirar basura en la vía pública, el problema continúa, y cada lluvia convierte las calles en trampas para peatones y automovilistas.
La preocupación crece con los pronósticos que anuncian lluvias constantes en los próximos días. Lo que para muchos es un alivio ante el calor, también representa el inicio de encharcamientos, inundaciones y accidentes. Prueba de ello es lo ocurrido en la colonia San Isidro, donde dos vehículos cayeron en una oquedad provocada por el reblandecimiento del suelo, tras la acumulación de agua.
Según Protección Civil, Salamanca ha registrado precipitaciones de hasta 52 mm, y se espera que estas cifras aumenten en esta temporada. Las lluvias recientes ya provocaron la caída de árboles, inundaciones en pasos a desnivel, afectaciones en viviendas y percances viales.
La situación es clara: los espacios públicos están en condiciones precarias y no se ha hecho lo suficiente para anticipar los efectos de las lluvias. El riesgo no es solo vial, también es sanitario y estructural, pues las aguas estancadas y los sistemas de drenaje colapsados generan focos de infección y mayor deterioro urbano.
Más que una molestia pasajera, la temporada de lluvias es un llamado urgente a actuar. Si no se toman medidas inmediatas, los problemas no serán solo visibles, serán inevitables.