
El avance de la inteligencia artificial (IA) está profundizando una tendencia preocupante de desplazamiento de los adultos mayores en ámbitos laborales y sociales. Mientras las generaciones más jóvenes ocupan cada vez más espacios, muchas personas de la tercera edad enfrentan exclusión y dificultades para integrarse en procesos tecnológicos y formativos, lo que agrava su aislamiento y reduce sus oportunidades de participación.
Diversos estudios muestran que una proporción significativa de adultos mayores desconfía de la IA, motivada por el temor a perder empleos, el control sobre su información y la falta de acceso a capacitación digital. Además, la mayoría de las tecnologías automatizadas actuales no consideran adecuadamente las necesidades específicas de este grupo, reproduciendo sesgos de edad que pueden derivar en exclusión tecnológica o decisiones médicas mal adaptadas.
Sin embargo, la IA también ofrece herramientas con potencial para mejorar la calidad de vida de los mayores, como asistentes digitales, robots de apoyo y sistemas de monitoreo domiciliario. Estos dispositivos, si se diseñan con sensibilidad y en diálogo con las personas mayores, pueden facilitar su autonomía, reducir la carga física y combatir el aislamiento social.
Para evitar que la IA se convierta en un factor de marginación, es indispensable implementar estrategias integrales que incluyan educación digital, políticas de inclusión, diseño ético y participación activa de los adultos mayores. Solo así podrá garantizarse que esta transformación tecnológica respete su dignidad y contribuya a su bienestar en una sociedad en rápida evolución.