Cada primer jueves de noviembre, y en muchas escuelas también el 2 de mayo, se conmemora el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluyendo el ciberacoso.
En Salamanca, esta fecha implica especial importancia pues se visibiliza una problemática que no puede quedar en silencio.
Según datos de la Secretaría de Educación de Guanajuato, durante el primer semestre de 2025 se registraron formalmente 42 denuncias de violencia escolar en el estado; de ellas, 3 corresponden al municipio de Salamanca.
Ampliando la información, en el ciclo escolar 2023-2024 se reportaron 4 casos en Salamanca, que se encuentra entre los municipios con menor número registrado, lo que no implica que el problema sea menor sino que podría estar menos denunciado; pues cientos, tal vez miles de casos, circulan de voz en voz, pero no se procede legalmente por miedo a represalias.
Existen casos en los que este tipo de agresiones hacen sentir cierta culpa a quien la padece, así lo relata Gustavo, quien mencionó que por mucho tiempo se aisló y fue muy inseguro y que poco a poco, con la ayuda de su familia y de terapia, ha mejorado su estado anímico y la forma en la que se desenvuelve en público.
Hoy, Gustavo es padre y lo que menos quiere es que su hija pase por lo mismo. Expuso que se necesitan herramientas y capacitaciones constantes para que la escuela, el lugar donde los niños y jóvenes pasan la mayoría de su tiempo, deje de ser un sitio donde impere el miedo.
El caso de Gustavo no es aislado y es una muestra de que el acoso escolar no termina al sonar de la campana, sino que se extiende al entorno digital y al ámbito emocional, el llamado a las autoridades e instancias pertinentes es claro:
- Reforzar los protocolos de atención escolar para que la detección sea temprana y se dé acompañamiento psicológico, además de trabajar con testigos y agresores.
- Fortalecer la formación de docentes, personal administrativo y padres de familia en temas de convivencia, inclusión, uso responsable de redes y derechos de la niñez.
- Fomentar que los estudiantes se conviertan en promotores de entornos seguros, denunciando sin miedo y apoyando a compañeros que lo necesitan.
- Visibilizar que aunque las cifras formales (3-4 casos) pueden parecer bajas, muchas veces no se denuncian o se minimizan; por lo tanto, se deben crear espacios de confianza.
En Salamanca, la responsabilidad es compartida entre autoridades, escuelas, familia y jóvenes, para que trabajen en coordinación y se evite que los alumnos vivan con temor al entrar a las aulas.


































