
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha logrado un avance sin precedentes en la observación del Sol al crear el primer eclipse solar total artificial en el espacio.
Lo anterior fue posible gracias a la misión Proba-3, que consiste en dos satélites volando en formación precisa a 150 metros de distancia. Uno de ellos, denominado «Occulter», bloquea la luz del Sol, mientras que el otro, «Coronagraph», captura imágenes detalladas de la corona solar, la atmósfera externa del Sol. Esta configuración permite a los científicos estudiar fenómenos como el viento solar y las eyecciones de masa coronal, que pueden afectar las telecomunicaciones y sistemas en la Tierra.
Además, la misión ofrece la oportunidad de observar la corona solar durante períodos prolongados, superando las limitaciones de los eclipses naturales.
La precisión necesaria para esta operación es extraordinaria; las naves deben mantener una formación con una separación de solo un milímetro, utilizando tecnologías avanzadas de navegación autónoma. Este logro marca un avance significativo en la capacidad de estudiar el Sol y sus fenómenos asociados.