
Esta mañana, representantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ofrecieron una rueda de prensa en Salamanca para expresar su postura crítica hacia los gobiernos emanados de Morena, tanto en el plano nacional como local.
Los voceros priistas Bonifacio Rodríguez, Secretario General; Carlos Lira, Secretario de Organización; el delegado Eligio González y Guillermo Hernández Mendoza, presidente del Comité Municipal en Salamanca, acusaron falta de rumbo en la estrategia de seguridad pública, señalaron deficiencias en la implementación de programas sociales, y calificaron de “insuficientes” los resultados del actual gobierno municipal que encabeza César Prieto.
En el ámbito federal, también cuestionaron las políticas de la presidenta Claudia Sheinbaum, especialmente en materia de bienestar social, argumentando que los apoyos no resuelven las causas estructurales de la desigualdad y solo “administran la pobreza”.
Sobre el reciente puente de la Transformación, los priistas admitieron que se trata de una obra necesaria, pero aseguraron que se ejecutó tarde y sin una visión integral de movilidad urbana. Además, añadieron que varias colonias siguen sin recibir atención básica, lo que a su juicio evidencia una “desconexión entre gobierno y ciudadanía”.
UNA OPOSICIÓN QUE CARGA HISTORIA
Aunque las críticas del PRI pretenden consolidarlo como un actor opositor, la respuesta social ha sido dividida. En redes y foros públicos, ciudadanos no tardaron en señalar que muchos de los problemas que hoy denuncia el tricolor se originaron o se agravaron durante sus propias gestiones.
La frase “el comal le dijo a la olla” ha sido utilizada para describir lo que algunos consideran una doble moral política, en la que se condena desde la trinchera de un pasado que aún despierta recelo.
Para observadores políticos, el mensaje del PRI forma parte de un esfuerzo por recuperar espacio perdido en el espectro político guanajuatense. Sin embargo, advierten que para lograrlo no basta con señalar errores ajenos: también deben rendir cuentas por sus propios años de gobierno, marcados por corrupción, abandono social y desencanto ciudadano.
El PRI intenta reconstruirse como una opción, pero enfrenta un dilema: cómo ser creíble cuando el espejo social le recuerda su propia historia. Mientras tanto, los gobiernos de Morena deberán responder a los cuestionamientos.