La vida de los comerciantes salmantinos no solo se ve golpeada por las bajas ventas y la inseguridad, también por la falta de acceso a servicios de salud. Muchos de ellos reconocen que ante la falta de recursos, enfermarse se convierte en un lujo que no se pueden permitir.
“Pues está de mala a regular, de repente sí hay gente, de repente no hay, por toda la inseguridad que hay también”, comenta un comerciante local,
La falta de clientes y el abandono de las autoridades, dicen, los obliga a sobrevivir al día.
“Pues regular, porque en vez de que pudieran hacer algo más por el pueblo, nada más no”, reprocha el comerciante, señalando que el gobierno municipal no ha dado respuesta a las necesidades más básicas, entre ellas la salud.
Con voz resignada, comparte la realidad que enfrentan muchos asegurando que la precariedad laboral los obliga a aceptar empleos mal pagados o a seguir con sus negocios en condiciones casi insostenibles.
“Ponle que si haya trabajo, pero está muy mal pagado, entonces la poca gente que trabaja o no trabaja de alguna manera se tiene que mantener, poco o mucho”.
Pero lo más preocupante llega cuando la salud se quiebra. Sin seguro médico, enfermarse implica un golpe económico del que pocos pueden levantarse.
“Yo cuando me enfermo y siempre pido que no me enferme voy a particular o a similares”, confiesa.
Esa frase refleja lo que muchos viven en silencio, ya que una enfermedad puede significar endeudarse o simplemente no atenderse.
Además, el comerciante insiste en que las autoridades deberían priorizar lo verdaderamente urgente.
“Pues más que nada que se fijen en todas las carencias que tiene el pueblo, sería una muy buena idea de que empezaran ahí a ver qué”.
El panorama se vuelve aún más crítico si se toma en cuenta que la falta de acceso a la salud no es un problema aislado, sino estructural. De acuerdo con datos oficiales, en Guanajuato solo el 47% de la población cuenta con seguridad social, lo que significa que más de la mitad carece de una protección formal en salud. Si a eso se suma que gran parte de los comerciantes trabajan en la informalidad o con ingresos bajos, la posibilidad de pagar un seguro privado es prácticamente nula.
En un estado donde la carencia por acceso a servicios de salud alcanza al 33.6% de la población menor de 18 años, queda claro que la falta de atención médica no distingue edades, pero sí golpea con más fuerza a quienes menos tienen.
Mientras tanto, los comerciantes de Salamanca siguen trabajando sin la certeza de que si enferman, podrán ser atendidos. Una realidad que refleja no solo la fragilidad económica del sector, sino también el abandono de un gobierno municipal que parece dar la espalda a las necesidades más urgentes de su gente.


































