En Salamanca, al igual que en el resto del país, los precios de las frutas y verduras han dado un pequeño respiro a los bolsillos, pero la carne y el huevo siguen encareciéndose y golpeando a las familias.
Datos del INEGI muestran que, aunque la inflación general en julio fue de 3.51%, en alimentos, bebidas y tabaco el aumento alcanzó 5.13%. Esto se refleja en el mercado local: frutas y verduras bajaron casi 12% en promedio, pero los alimentos de origen animal, como la carne de res y el huevo, subieron prácticamente lo mismo.
En carnicerías y supermercados de Salamanca, el kilo de bistec ya alcanza los 230 a 240 pesos, cuando hace un año costaba alrededor de 200. El huevo, uno de los productos más consumidos por las familias salmantinas, se vende en algunos comercios en hasta 60 pesos la charola de 18 piezas.
De acuerdo con productores y comerciantes locales, la sequía, el alto costo del alimento para el ganado y la menor oferta de carne a nivel nacional han presionado los precios al alza. “Aquí lo estamos resintiendo porque no baja la venta, pero la gente compra menos cantidad”, comentó un carnicero del Mercado Tomasa Esteves.
La situación también ha comenzado a afectar a pequeños y medianos negocios de alimentos en la ciudad. Restauranteros, fondas y puestos de comida se ven obligados a ajustar sus menús, reducir las porciones o incrementar los precios para poder cubrir los costos, lo que a su vez disminuye el flujo de clientes y genera un círculo difícil de romper.
En contraste, frutas y verduras como la cebolla, la naranja o la calabacita han bajado de precio gracias a una mejor temporada de lluvias que favoreció la producción en estados proveedores. Esto ha permitido que en tianguis y mercados locales se consigan precios más accesibles que hace un año.
Aunque el alivio en productos del campo es bien recibido, las familias salmantinas siguen enfrentando el reto de estirar su presupuesto para acceder a proteínas básicas como carne y huevo.


































