Salamanca vivió una noche de terror luego de que al menos cuatro bares fueran atacados con cartulinas de amenaza e incluso con disturbios y detonaciones al aire, esto en una nueva jornada violenta que exhibe, una vez más, la incapacidad del gobierno municipal para contener la inseguridad que azota a la ciudad.
La violencia volvió a sacudir a Salamanca luego de que al menos cuatro bares muy reconocidos y concurridos en fin de semana fueran blanco de asaltos, detonaciones y amenazas. Los hechos encendieron las alarmas entre la ciudadanía y provocaron una intensa movilización de Seguridad Pública, movilización que aun así, no logró impedir que los ataques ocurrieran en distintos puntos de toda la ciudad, prácticamente al mismo tiempo.
Los establecimientos fueron sorprendidos con cartulinas que contenían mensajes de amenaza, en algunos los testigos afirman realizaron detonaciones al aire, pero como ya es costumbre, las autoridades se negaron a revelar el contenido y declararon ser actos supuestos, aun cuando resguardaron y trasladaron las cartulinas con amenazas a los bares, y como siempre manteniendo a la población en la incertidumbre total y sin dar la cara ni los mandos policiales ni el “supuesto” líder salmantino César Prieto.
Hasta ahora, lo único confirmado es que ante la gravedad de la situación, los bares afectados y muchos otros por terror cerraron sus puertas, dejando sin trabajo temporal a empleados y generando mayor miedo entre clientes y vecinos, afectando directamente los lugares de esparcimiento para la población, significando entonces un duro golpe a la economía local.
Y mientras la ciudad exige respuestas, el presidente municipal no sabe dar una postura clara, minimizando y sacándole la vuelta al tema.
Hasta el momento no se han informado detenciones, ni se ha anunciado alguna estrategia real que permita creer que se busca recuperar la seguridad y tranquilidad de los salmantinos.
La noche dejó un mensaje preocupante para Salamanca: los ataques no se frenan, la violencia no da tregua y el municipio sigue sin liderazgo capaz de enfrentar la crisis, pues mientras los oficiales municipales arriesgan su integridad en los operativos, los “supuestos” mandos policiales no se presentan presencialmente hace semanas a su trabajo haciéndole al home office, demostrando su poco compromiso para lo que se comprometieron a hacer, la pregunta es, si no pueden ¿por qué no renuncian?. La corporación está en estos momentos sin pies ni cabeza con una operatividad a distancia y por mensajes de WhatsApp desde la comodidad y tranquilidad de tener escoltas para su protección, mientras los oficiales de campo hacen lo que pueden para mitigar la situación.
Los espacios que antes eran puntos de convivencia hoy se ven obligados a bajar sus cortinas, mientras la autoridad continúa en silencio incapaz de mantener su propia narrativa de “aquí no pasa nada”.


































