
Restos de frutas y verduras podridas, cajas de madera abandonadas, bolsas de plástico, cartones y residuos de comida forman parte del escenario diario en los alrededores de los puestos semifijos del mercado Tomasa Esteves, donde cada tarde, al concluir la jornada comercial, lo que queda no es solo desorden: es un serio problema de salud pública.
Las condiciones actuales de la zona son preocupantes. Las lluvias de temporada no solo arrastran estos desechos hacia las coladeras, provocando taponamientos e inundaciones, sino que también potencian la descomposición orgánica, generando malos olores, charcos contaminados y la proliferación de moscas, cucarachas y ratas.
Además del descuido evidente, se percibe una falta de participación ciudadana. Muchos comerciantes semifijos no limpian el área que utilizan, mientras que otros simplemente abandonan los residuos sobre la vía pública. Los vecinos, por su parte, señalan que no existe un control real por parte de las autoridades municipales, ni campañas activas para frenar esta situación que afecta directamente a los habitantes del centro de la ciudad.
Pese a que estos espacios están regulados bajo permisos temporales, no se observan medidas de verificación o sanción a quienes dejan basura al final del día. Tampoco hay brigadas visibles de limpieza inmediata por parte del gobierno municipal, lo que profundiza la percepción de abandono de una zona que debería representar vida económica y comercio local digno.
El problema no es nuevo, pero sí cada vez más grave. Los comerciantes establecidos, así como locatarios cercanos, han manifestado su inconformidad ante la falta de higiene, el impacto negativo a la imagen del mercado y el riesgo sanitario que representa este foco de infección para cientos de personas que a diario transitan por la zona.
Mientras las lluvias continúan y las autoridades guardan silencio, el problema crece con cada tarde, a la vista de todos y en el corazón comercial de Salamanca.