A través de un mensaje en redes sociales, un restaurante emblemático de la ciudad anunció su cierre definitivo, agradeciendo a sus clientes la confianza y los momentos compartidos durante su trayectoria.

Aunque no se mencionaron las causas de fondo, este anuncio no es un caso aislado: se suma a una tendencia que ha ido creciendo peligrosamente a lo largo de 2025. Comercios grandes, pequeños, familiares y locales tradicionales están desapareciendo de la escena salmantina.
De acuerdo con el Consejo de Innovación e Investigación Empresarial, al menos 32 negocios han cerrado en lo que va del año, muchos de ellos de manera definitiva. La cifra, advierten empresarios, podría ser aún mayor si se cuentan aquellos que han optado por operar “a puerta cerrada” por miedo o falta de clientes.
Este nuevo cierre confirma que la economía local está en un punto crítico, con comercios debilitados, empleos en riesgo y calles cada vez más vacías. Salamanca se enfrenta a un problema que ya dejó de ser anecdótico para convertirse en una crisis visible.
Los cierres continúan. Y cada anuncio de despedida es un recordatorio más de que el corazón económico de la ciudad late cada vez más despacio.


































