Médicos veterinarios zootecnistas de Salamanca se hicieron presentes en la calle Faja de Oro en punto de las 9:00 de la mañana con el objetivo de expresar su inconformidad ante la violencia ejercida en su contra, especialmente a través de las redes sociales.

La convocatoria fue lanzada a nivel nacional por la Asociación de Colegios de Veterinarios luego del lamentable asesinato del veterinario Héctor Hernández Cañas, en el Estado de México, por lo que los MVZ salmantinos decidieron unirse a la causa.

Si bien esta convocatoria fue lanzada debido a un hecho ocurrido en otro estado, los veterinarios de Salamanca decidieron unirse porque también han sido víctimas de intimidaciones y amenazas, lo que incluso ha llevado al cierre de negocios por temor.

Destacaron que las redes sociales juegan un papel fundamental en este problema, ya que es principalmente en estos espacios donde muchas personas difaman u ofenden a los médicos veterinarios.

Los miembros del Colegio de Médicos Veterinarios en Salamanca manifestaron su inconformidad ante este tipo de situaciones que afectan directamente su profesión. Destacaron que su labor consiste en tratar enfermedades de las mascotas con el objetivo de salvaguardar sus vidas, por lo que descartan que algún profesional del gremio sea capaz de acabar con la vida de un animal de manera intencional.

Asimismo, señalaron que es importante considerar que cada procedimiento médico veterinario tiene un costo. Por ello, pidieron que se respete y se valore su trabajo, ya que, al igual que en cualquier otra profesión, deben cubrir salarios, seguros, insumos y otros gastos operativos.

Sin embargo, también hicieron un llamado a los miembros del Colegio de Médicos Veterinarios en Salamanca para que cumplan con los requisitos mínimos y cuenten con su cédula profesional, garantizando así un servicio de calidad para la ciudadanía.

El pasado 10 de febrero se dio a conocer que el veterinario Héctor Hernández Cañas fue asesinado, presuntamente, por una pareja que previamente lo había amenazado y extorsionado.

Los hechos ocurrieron en Tultepec, Estado de México, luego de que una perrita llamada Mía, atendida por Héctor, falleciera a causa de una obstrucción en el esófago provocada por un hueso que ingirió.

Héctor realizó todos los estudios necesarios para obtener un diagnóstico correcto. Sin embargo, los dueños de Mía decidieron hacerle estudios adicionales, los cuales arrojaron el mismo resultado, retrasando la atención quirúrgica.

Tras la operación, la perrita quedó internada para su recuperación, pero murió debido a complicaciones derivadas de la tardanza en su atención. A pesar de que el médico había informado a los dueños sobre la gravedad del estado de Mía, la pareja reaccionó de manera violenta.