Ir a la raíz
Por: Alfonso Díaz Rey
Cuando sentimos quebrantos en nuestra salud y acudimos al médico, éste, utilizando sus conocimientos, nos ausculta y ordena cierto tipo de análisis para con ello arribar a un diagnóstico, establecer las causas de nuestro malestar, determinar la manera correcta de eliminarlas y el tratamiento adecuado para recuperar la salud.
Siempre, para resolver una situación anormal, debemos ir a las causas que la provocan, de lo contrario, podría agravarse o, en el mejor de los casos, obtener una aparente mejoría, con las causas en estado latente para manifestar sus efectos en el momento menos esperado.
En un artículo anterior apuntábamos: “[…] la falta de previsión y análisis en un gran número de actividades humanas, sobre todo desde los tiempos de la primera revolución industrial (segunda mitad del siglo XVIII), cuando se modificaron las formas y la organización de la producción y el capitalismo, como sistema económico, experimentó un gran impulso, que por esa carencia de previsión y análisis y el hecho de ser la ganancia el objetivo principal de ese modo de producción, no se reparó en el daño que se infringía a la naturaleza y a la biodiversidad”.
También se decía: “[…] ha sido práctica común que quienes detentan el poder utilizan para su beneficio los frutos y la belleza de la Tierra y los han convertido en recursos y mercancías sujetas a comercialización y especulación, provocando una devastación ambiental al grado que desde hace un buen tiempo ésta ha empezado a cobrarnos la factura […]”.
Mientras las causas persistan los problemas no se resolverán. Y la sentencia es válida para el medioambiente.
Mientras la vida, en toda su diversidad, no se convierta en el eje de la política de los gobiernos y éstos representen los intereses de una minoría a quien cuyo objetivo es la ganancia en términos monetarios, el ambiente, en el que se incluye a todos los seres vivientes, estará siempre y cada vez más amenazado.
En nuestra Salamanca, desde hace muchísimo tiempo, las diferentes administraciones municipales han representado y trabajado para los intereses de pequeños grupos políticos y económicos. El pueblo solamente interesa cada tres años, cuando mediante promesas nunca cumplidas se le pide el voto para aparentar legitimidad de los actos de esos gobiernos.
Por esa razón hemos visto que en esta región la disponibilidad de agua potable ha disminuido rápidamente, continúan asentándose industrias y actividades que requieren elevados consumos del líquido y, también, quienes más han contribuido a la contaminación ambiental no realizan lo necesario para evitarla. Lo mismo va para el país.
Y es que mientras los gobernantes sigan desvinculados del pueblo y éste no se interese por los asuntos públicos el estado actual de cosas no mejorará, incluidos los aspectos ambientales.
Quizá una manera sencilla de buscarle solución a nuestros problemas sea plantearnos qué tipo de país queremos. Para ello tendríamos que vincularnos con nuestros amigos y vecinos más cercanos y, en pequeñas y sencillas charlas, escucharnos, tratar de definir cuáles son los problemas comunes al grupo, intentar descubrir sus verdaderas causas y plantearnos cómo debería ser la sociedad para que vivamos con más salud, trabajo, educación, libertad y justicia.
Podría parecer un sueño, pero de los sueños han surgido grandes logros. Solamente está derrotado quien no lucha.