Los sucesos que en materia de seguridad pública se han venido generando en los últimos meses en éste municipio de Salamanca permean negativamente en el índice de percepción de bienestar de los salmantinos.
Es indudable que el descontento en relación al grado de la forma en que los salmantinos están vislumbrando el tema de la inseguridad se acrecienta cada vez más en términos preocupantes, el poco control que han logrado las autoridades municipales en este tenor se reflejan en un rechazo en la forma de administrar entre otros el rubro de seguridad del que poco o nada ha podido hacer el alcalde Arredondo para mitigarlo, los hechos están presentes, y en contra punto el control en éste contexto parece cada vez más ausente.
La arrogancia es siempre un mal consejero ya que al igual que la falsa adulación, siempre terminan haciendo pedazos al “beneficiado”; y es que no se puede ser ajeno a que en un municipio tan importante del corredor industrial del bajío como es Salamanca, y que al igual que en otros municipios vecinos, algunos de sus alcaldes están padeciendo ya de este mal, por un lado se les observa la falsa omnipotencia, y por el otro se vislumbra la impericia, que muy a pesar de los ciudadanos empieza a agravarse en vía de la propia autocomplacencia oficial en ocasiones con el auxilio mediático; no se puede hablar de que hay inseguridad para un alcalde cuando tiene a su propio equipo de seguridad cercano a él a todas horas, pero la pregunta es, y ¿qué sucede con todos los demás salmantinos?, aquellos ciudadanos menos “favorecidos” a los cuales es prácticamente imposible garantizarles seguridad, o es que acaso en Salamanca ¡hay ciudadanos de segunda, y quizás hasta de tercera!
Lo curioso es que es muy fácil perderse en el mar de la comodidad del poder y de los simples discursos, lo difícil es generar una estrategia real de seguridad, nunca será la salida traer expertos de otros países que cobran una pequeña fortuna por decirnos lo que ya sabemos, que Salamanca tiene un grave problema de inseguridad; lo importante es que realmente el alcalde debe comenzar a preocuparse de éste tema ya que lejos de ser un problema distante es su innegable responsabilidad, y por lo tanto comienza a ser una situación que lo va a terminar políticamente aislando en su pequeño feudo con respecto al Gobierno del estado al ser ya la inseguridad el cuestionamiento número uno del cuál la ciudadanía salmantina se preocupa y reclama, y que comienza a restar demasiados puntos en el índice de evaluación global estatal en forma indudable; en Salamanca la frase de “no pasa nada” ya no es creíble, y tal parece que los “esfuerzos” de la autoridad municipal en turno parecen más enfocados en hacer obra demagógica, y aprovechar esto para que la miel les escurra, cuando precisamente lo que se está diluyendo de las manos del alcalde es el control del municipio, ya que aparentemente está dando traspiés al no poder encontrar un mecanismo efectivo para tratar por lo menos de mitigar la situación de inseguridad.
El contexto de fondo es que los ciudadanos nos hemos acostumbrados a alcaldes que buscan primordialmente bajar recursos para obtener personalmente la forma de una especie de jubilación anticipada de por vida emulando a un jeque árabe, lo malo es que esos recursos por ese simple motivo no llegan completos a donde van o deberían llegar, que es precisamente a ser recursos garantes del desarrollo integral de los municipios.
Hay cuestiones que no pueden seguir dejándose de lado, y concretamente el rubro de seguridad no puede ser parte de un programa personal de jubilaciones anticipadas; es importante que se priorice este problema y no se siga dejando de lado, los ciudadanos salmantinos comienzan a tener cada vez más memoria si es que acaso en algo le interesa al joven alcalde para el 2018, y es claro que Salamanca no puede ya no digamos avanzar, sino por lo menos contener el problema de la grave afrenta en materia de seguridad pública que se está viviendo en el día a día y del que no se le está dando la atención adecuada de forma eficaz, ya que aquí no se puede hablar de culpas, lo que deben aparecer son los resultados y éstos parecen cada vez más ausentes en notorio agravio de todos los salmantinos, ya que quién debe tener el control parece más preocupado por disfrutar de sus futuras mieles… aún a costa de la presente inseguridad de sus coterráneos.