
“En la vida de todo migrante se encuentra uno de todo, personas buenas y personas no tanto. En una ocasión en California ya teníamos varios días sin probar comida ni agua, encontramos a un americano que nos ofreció comida y agua; otra ocasión cerca de esos mismos lugares nos encontramos a una persona que nos ofrece comida, agua y un trabajo, pero era un engaño porque sólo quería que trabajáramos sin sueldo”.
“Con la migra pasa lo mismo, hay oficiales que le ofrecen a uno comida y bebida, pero otros hasta la madre nos mientan, nos maltratan física y verbalmente; ya en el trabajo se encuentra uno con personas que ni patrones son, pero si maltratan a uno, algunos son incluso de aquí mismo que se les olvidan sus raíces sólo porque ganan dólares”.
Estas son las experiencias de la señora Carmen Zavala Hernández, una migrante que actualmente se encuentra en su lugar de origen, pero que, como muchos de sus familiares, ha sufrido la realidad del “sueño americano”.
Ser migrante, dice, es vivir en incertidumbre “porque los que se quedan en su tierra viven con la preocupación de que quienes se van estén bien, y los que están allá además de estar pensando en cómo estará su familia, también viven con el miedo que de los agarre la migra”.
“Esa inmensa tristeza de alejarse y no saber si volverá a ver a las personas que amamos y nos aman por igual y de lado de los que nos quedamos es exactamente lo mismo, el no saber si nuestros seres amados comen, beben, duermen, pasan frío o no; es una impotencia tan grande que deseamos salir volando tras ellos” compartió.
La señora Carmen, aún recuerda con tristeza aquel día en que vio partir a su esposo y a sus hermanos, quienes actualmente radican en Estados Unidos, con la esperanza de tener una vida mejor.
“Es muy triste porque, por ejemplo, mi esposo está en Carolina y ahorita acaba de pasar el huracán y estamos con la incertidumbre de que este bien, igual el año pasado también estuvo ahí y le fue peor porque duró dos semanas sin trabajo. Con mis hermanos el que está en Georgia, está más tranquilo porque el clima es más ligero; pero mi hermana está en Utah y cuando son las nieves pues también estamos con la preocupación de que no vaya a tener algún accidente” expresó la señora Carmen.

Migrante
Comento que el trayecto es un riesgo y un camino difícil de cruzar en el que se pasa hambre, sed, frío…miedo. Y que aún y cuando se logra llegar a los Estado Unidos, “librando” a la migra, el sueño americano es difícil de lograr, ya que casi siempre es mucho el trabajo y poco el dinero que se gana.
“Hay muchas personas que dicen: se fue a Estados Unidos a ganar dinero y que lo mandan y que es más fácil; pero en realidad no, se van a sufrir peor que aquí porque nosotros aquí sufrimos, pero estamos en nuestra tierra y nos sabemos defender, pero allá es muy difícil y además saben que eres migrante y te pueden echar a la migra” comento.
En el caso de la señora Carmen, migrar a los Estado Unidos con la esperanza de un mejor futuro, es una experiencia que viene desde su padre, quien ante la falta de oportunidad buscó salir adelante lejos de su hogar y su familia, “pero siempre pensando en que nosotros estuviéramos mejor”.
“Me comenta mi papá que una vez, él cruzando el desierto con otro compañero ya llevaban 5 días en el camino y no tenían para comer y se sentía débil y deshidratado, le dijo a su compañero que comieran un pedazo de biznaga y ya era un aliento más para él y su compañero, solos en el desierto” recordó lo que su padre le contó.
Como para muchos migrantes, ha sido la falta de oportunidades y la desigualdad, pese a su voluntad y esfuerzo por salir adelante en su país, se ven obligados a dejar a su familia, su hogar y su país en busca del sueño americano que lamentablemente dista mucho de la realidad a la que todos los días se enfrentan quienes, al menos, logran llegar a los Estado Unidos, pues hay quienes en el camino son localizados y deportados, mientras que otros dejan la vida en el intento.