“CUANDO YO VOY A UNA CANTINA, YO ESCUCHO A JOSE ALFREDO JIMENEZ, NO ESCUCHO NI A LOS BEATLES NI A BETHOVEN” dijo el intelectual Ricardo Garibay cuando otros escritores criticaron al gran compositor mexicano. Y es que, cierto es, quizá el canta-autor tenga muchos elementos de machismo y negatividad, pero lo cierto es que representa una parte de nuestro ser, algo auténtico que vive muy en el fondo de cualquier mexicano..y de allí su éxito. Por otra parte, dentro de lo popular, no podemos negar la calidad de su música, su inventiva, ritmo y creatividad. Yo, que soy de más al sur del país, me declaro admirador del guanajuatense y voy a ir a Dolores Hidalgo, como cualquier fiel que asiste a la basílica de Guadalupe en la ciudad de México.
José Alfredo es uno de nosotros, tan uno que se vuelve el representante de todo un pueblo y, por lo tanto, un músico de trascendencia universal. Su vida es consecuente con todas sus canciones, no inventa ni especula…sus creaciones son producto de la experiencia y del sentimiento de un hombre que es sincero, humilde (en el sentido más exacto de la palabra: real) y que nos comparte una serie de emociones con las que nos identificamos.
“Caminos de Guanajuato”, una de sus más emotivas canciones, menciona a Salamanca: “No pases por Salamanca, que allí me hiere el recuerdo…” Y los neófitos del sur pensamos que se refiere a alguna decepción amorosa. Sin embargo, aquí me vine a enterar que escribió eso por un hermano muerto en una pelea de cantina. Hace pocos días, llegó a mis oídos otra versión: que no es cierto lo del asesinato y que, en realidad, el hermano de José Alfredo, decepcionado por un rompimiento sentimental, murió de cirrosis en un hospital.
Como admirador del gran compositor, me interesa mucho saber la verdad, los hechos: cuál es la versión que se apega a los hechos. Agradeceré a cualquier lector que me saque de la duda.
¡Y que viva José Alfredo Jimenez!