La vida, medioambiente y ética
Alberto De la Torre Gleason
El político debe contar con criterios y principios para tomar decisiones orientadas a defender la vida por encima del capital y proyectos desarrollistas.
Dr. Enrique Dussel Almada
El primer eje de La Carta de la Tierra es Respeto y Cuidado de la Comunidad de la Vida, pues es el principio básico, el mayor sobre todos, es decir que, si entendemos a la vida como el valor más importante, todo lo que hagamos deberá estar en función de prosperarla en todos sentidos y en todas sus diversidades.
Por eso al analizar el medioambiente al cual nosotros pertenecemos y dependemos de él, entenderemos que tiene un equilibrio, mismo que al violentarlo, nos dañamos a nosotros mismos, es aquí en donde cabe la razón para establecer como valor máximo la vida y el respeto a la misma en todo su conjunto, no como un favor ni mucho menos como una idea romántica idealista, sino como una necesidad real y legítima para poder existir; por tal reflexión, estar a favor de la vida es el punto de partida de la ética universal para todos los tiempos.
La ética es el arte de vivir bien, comenta Fernando Savater en su libro Ética para Amador, considerando que lo positivo es lo que nos conviene para llevar una mejor vida y lo negativo es lo que empeoraría nuestras condiciones de la misma, ya sean físicas, mentales o sociales.
De igual manera cuando evaluamos los impactos ambientales de un proyecto, tenemos impactos positivos e impactos negativos y si los primeros son mayores a los segundos, no rompemos ese equilibrio ecológico y preservamos la vida.
Los científicos nos han dicho desde los años 70s del siglo XX, que los impactos negativos sobre el planeta Tierra, son mayores que los positivos, hemos roto el equilibrio de la vida y seguimos en franco deterioro, cercanos a llegar a un punto de No retorno; gravísima situación, misma que deja en claro que no hemos procedido en nuestro actuar como humanidad de forma ética, responsable, consiente, ni inteligente.
El Papa Francisco reflexiona sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, para buscar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas ; hay que ir a las causas y para empezar a combatirlas se requiere un cambio de mente y de corazón .
Ahora, en el contexto global, el sistema de desarrollo occidental, en los últimos 25 años de su fase denominada capitalismo neoliberal, es el principal responsable del desequilibrio ecológico global pues a saber, para el año 2016 un análisis reveló lo siguiente:
La mitad más pobre de la población humana, unos 3.5 mil millones de individuos, generan tanto como 10 por ciento de los gases causantes del calentamiento global, mientras el 10 por ciento más rico emite la mitad de esos gases a la atmósfera.
El modelo occidental, el bien vivir industrial, incluido el bienestar y por supuesto de confort, es en esencia un modo que dilapida y depreda mayormente los recursos del planeta, pero algo peor: es el principal causante de la contaminación de los gases de efecto invernadero que han afectado el equilibrio climático del planeta.
90 compañías que incluyen corporaciones privadas y públicas son las responsables de nada menos que 63 por ciento de las emisiones acumuladas de carbón a la atmósfera.
Nuevamente el Papa Francisco critica con precisión el “desarrollo moderno” y la relación medioambiente – ética: «Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad huma¬na y el medio ambiente. Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas ».
Por todo lo anterior, es necesario tomar conciencia para replantear el rumbo, reinventarnos a nosotros mismos, reorganizarnos, romper paradigmas y sobre una base ética, unir fuerzas y trabajar por un mundo diferente en donde con justicia y paz, celebremos alegremente la vida.