Mis queridos lectores, ya llegó Cachurulito y hoy les vengo a presentar esta historia de la vida real. 

La Beatricienta (segunda parte) ¿Le tronó la calabaza? ¿El panismo la rescata? 

Beatricienta estaba tan a gusto bailando en el palacio de gobierno municipal de Salamanca que olvidó que el hechizo que le concedió su hado madrino, caducaba a la media noche.

Sin despedirse,  salió desesperada a la calle y entre penumbras buscaba su carruaje, pero como la mitad de las luminarias recién instaladas ya estaban fundidas, no se podía ver nada. Maldijo a la empresa que ella misma había contratado.

Entre dientes refunfuñaba, la próxima vez que me brinque la ley voy a escoger de prestanombres  a una empresa que por lo menos tenga un poco de experiencia.

Como pudo, guiándose exclusivamente con el tacto pudo reconocer el blindaje nivel X de su carruaje patrocinado también por el mismo proveedor de las luminarias y se encaminó de regreso a su casa.

Cómoda en su carruaje y esperando llegar pronto a casa para contar las ganancias mensuales reportadas por Alfredo, su Consejero real y hermano,  percibió un aroma fétido frente al tiradero municipal. 

Era nada más y nada menos que el tiradero de corrupción acumulado por las administraciones pasadas, de los Justinos y tontoños, acostumbrados a saquear al pueblo salmantino y encima, a exigir agradecimiento y pleitesía. 

Nostálgica, quiso retroceder el tiempo y volver a esos buenos momentos de complicidad y cobijo por parte de su antiguo partido el PAN.

Empezaba a fundirse en un profundo sueño azul cuando de pronto, de un chispazo, su hado madrino la despertó presuroso prometiéndole una solución fácil a sus terribles problemas: “¿Y si contratas ahora, sin preguntarle a nadie, maquinaria innecesaria y a sobre precio en el relleno sanitario, argumentando que así evitarás graves riesgos a la salud de los salmantinos? Si lo haces serás la heroína, volverás a ganar una lana para tus famélicos hermanos, y todos olvidarán el robo de las luminarias, la gente te agradecerá.”

Hechizada por tales palabras suspiró, confiando en la experiencia del ex gobernador que la había rescatado del ostracismo panista para mostrarle el camino a Morena, llamó a su tesorero para contarle la nueva gran idea, obligándole a firmar un nuevo contrato. Si algo había aprendido en el PAN, era que siempre tenía que tener a la mano, un buen chivo expiatorio.

Lo que no sospechaba Beatricienta es que ella era sólo el caballo de Troya que su hado madrino había enviado, junto con otros ex panistas de peso, para poder secuestrar a Morena en el estado, soñando con volver a ser el amo y señor de todo Guanajuato.

En eso dieron las 12, el hechizo había acabado y Beatricienta terminó bañada en calabaza, sin aliados y sin súbditos cerca agradeciéndole por todas sus transas.

¿Quién limpiará este cochinero?, ¿llegará ese príncipe azul a rescatarla? Lo que es seguro es que, Alfredo ya no pudo.