Paso a pasito
Por: Altagracia Mosqueda Liceaga
Con la reforma educativa peñanietista avalada por el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), quedaron anulados los derechos escalafonarios de los trabajadores de la educación, reduciendo la promoción a la elaboración de un examen que calificaba de “idóneo” a quien lo aprobara; así, en los seis años de esa gestión, llegaron a ocupar puestos de dirección escolar algunos jóvenes con la suficiente capacidad de manejar excelentemente la computadora, recordar casi a la perfección los conceptos y palabras “nuevas” de corte neoliberal, con el deseo ferviente de obtener un puesto “de poder” pero sin la experiencia necesaria, sin la sensibilidad justa para el trato tanto del personal como de los padres de familia y alumnos, sin la comprensión de la estructura política en que está inmersa la educación y, por consecuencia, solo al servicio del “patrón”; sin cuestionar, sin decidir, sin innovar, sin conectarse con el contexto, sólo acatando órdenes de arriba.
La reforma peñanietista aniquiló de “golpe y porrazo” la relación escuela- comunidad para convertir a las escuelas en centros de adiestramiento al servicio del gran capital bajo el supuesto de “una educación de calidad”. Los resultados están a la vista: a los docentes se les llenó de trámites burocráticos que distrajeron el objetivo central, imposición de proyectos y cursos que solo maquillaron cifras de logros, rompimiento del trabajo colegiado, cierre de puertas para el trabajo con padres de familia y la proyección a la comunidad, exigencias absurdas de padres de familia, amenazas constantes de despido, alumnos desatendidos por falta de docentes, etc.
Con la llegada de AMLO a la presidencia, con el antecedente de la defensa de la educación pública y con la exigencia de los maestros democráticos aglutinados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) para derogar la reforma educativa peñanietista, se abrieron caminos de revisión, corrección y propuestas para la Reforma a la mal llamada “Reforma Educativa peñanietista”; entre los logros a medias está el Artículo 16 Transitorio, que a la letra dice: Con la entrada en vigor de las presentes disposiciones los derechos laborales de los trabajadores al servicio de la educación se regirán por el Art. 123 apartado B. Con fundamento en este decreto, la admisión, promoción y reconocimientos se regirán por la ley reglamentaria del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros; y comento que es un logro a medias por dos razones:
- a) Es un artículo transitorio, lo que implica que puede desaparecer quedando sin efecto.
- b) La admisión, promoción y reconocimiento se regirán por una ley reglamentaria, que en la reforma anterior la manejaba el Servicio Profesional Docente y ahora cambia de nombre a Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros.
El cambio realizado es que la admisión, promoción y reconocimiento no sólo se regirá por una evaluación, se tomarán en cuenta otros aspectos como la antigüedad en el servicio y la preparación académica.
Considerando la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, Título Tercero “Del Escalafón”, se tendrán que establecer las bases de participación, respetando siempre el derecho legítimo del trabajador docente. Habrá que esperar a la publicación de las Leyes Secundarias.
