Por: Eber Sosa Beltrán
Maestro en Psicoterapia Clínica.
El suicidio es un problema de salud pública. De acuerdo al INEGI en México se han registrado 83 mil 490 suicidios durante los años 2000 a 2016. El estado de Guanajuato ocupa el sexto lugar a nivel nacional con una tasa de 7.8 por cada 100 mil habitantes. Además existe una alta incidencia en jóvenes entre 15 y 29 años. Este panorama nos obliga a ver con más detenimiento la manera en cómo las personas jóvenes enfrentan las manifestaciones del suicidio con la intención de hacer una intervención profesional oportuna, en esta ocasión la reflexión invita a escuchar desde su experiencia lo cual es un punto de partida para brindar ayuda.
Pensaba en ese entonces que morirse era la mejor manera, no fue algo inmediato sino que ese pensamiento de aniquilación se alimentaba diariamente en mis noches de insomnio, en la complicidad del silencio que daba la apariencia de que todo estaba bien, en la acumulación sucesiva de decepciones pero más exactamente de ambiciones. Un deseo incalmable e incomprensible inclusive para mi; después me di cuenta que lo que buscaba era ahogar esa sensación espeluznante, liberarme para siempre de la ausencia del dolor. Porque resultaba de lo más dramático pensar en mi falta de sensibilidad, en aquella indiferencia recíproca entre la vida y yo. Cuando pedí ayuda pensaba que traicionaba ese pacto firmado con el universo; me daba cuenta que las opiniones a mi alrededor eran acusaciones sobre el escenario de la manipulación. Lo detestaba, odiaba esa imagen que se recreaba en cada mirada de incredulidad y duda. Como si se pudiera fingir el vacío, como si simular la muerte no fuera lo suficientemente terrorífico, por eso tomé la determinación de terminar con ese sufrimiento atravesando el laberinto de las confesiones, de la ayuda profesional, de las citas y las recetas, de los avances y retrocesos que transitaron de un sentimiento de ajenidad a una coherencia sólida de dejarse sostener. Fueron diálogos de lo no hablado, presencias atípicas, miradas al corazón de la existencia, significados que se recreaban con cada encuentro y cada despedida. Eran momentos de angustia y asombro intercalados, que atravesaban el tiempo y el firmamento. Si, así fue como terminé mi sufrimiento.
A la primera señal de alarma, no dudes, busca ayuda profesional.
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