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B I Ó S F E R A ¿Civilización o barbarie?

Por: Alfonso Díaz Rey La posición erecta al caminar, el pulgar opuesto a los otros cuatro dedos de las manos, la capacidad que esa característica le dio para asir...

Por: Alfonso Díaz Rey

La posición erecta al caminar, el pulgar opuesto a los otros cuatro dedos de las manos, la capacidad que esa característica le dio para asir objetos y utilizarlos en su favor, la contribución de este hecho a cambios corporales, a la aparición del lenguaje articulado y al crecimiento y organización de su cerebro, con capacidad de abstracción, y la vida en comunidad, fueron factores claves para el desarrollo de los primitivos seres humanos.

Su incipiente comprensión de la naturaleza les hizo temerla y respetarla. Con el avance del conocimiento de su entorno natural, los seres humanos primitivos pudieron utilizarlo en su provecho y vivir en un cierto grado de armonía y equilibrio con él; armonía que en estos tiempos se mantiene en las comunidades originarias.

En aquellas épocas, las relaciones entre los seres humanos pertenecientes a una misma comunidad contenían una buena dosis de armonía; la naturaleza absorbía casi todas las afectaciones causadas por la actividad humana (una de ellas: el cambio de comportamiento de algunas especies de animales), rápidamente se restablecían las condiciones originales y todo volvía a la normalidad.

Pero, aparece el malo de la película: la propiedad privada. Ello dio origen, entre otras cosas, al surgimiento de clases sociales, al patriarcado, la discriminación a la mujer, la esclavitud, y una serie de desequilibrios que modificaron radicalmente a la comunidad primitiva. Esos cambios en la sociedad tuvieron pocos impactos sobre la naturaleza debido principalmente al reducido nivel de población y de la producción para resolver sus necesidades. 

 El crecimiento de la población y, sobre todo, su concentración en ciudades, comenzó a generar impactos adversos no solamente a la naturaleza, sino también a la sociedad; aunque la primera tenía capacidad de sobra para absorberlos y regenerarse, en algunas zonas la destrucción de bosques fue tal que modificarían posteriormente su clima e hidrografía; la segunda, padecería por el hacinamiento y las precarias condiciones de salubridad.

Con el surgimiento del capitalismo, a finales de la Edad Media, y sobre todo a raíz de la revolución industrial de finales del siglo XVIII, se incrementa la población, sus necesidades reales e inducidas y el continuo desarrollo tecnológico para responder al crecimiento constante de la producción.

Con el capitalismo no desaparecieron las clases sociales, el patriarcado, la discriminación a la mujer, la esclavitud se transformó en trabajo asalariado, y los desequilibrios aumentaron y se diversificaron a todas las esferas del quehacer humano y la naturaleza; además, destruyó la comunidad e implantó el individualismo y el egoísmo para ejercer el dominio y control de la clase dominante sobre el resto de la sociedad. 

Dado que el objetivo de ese sistema es la obtención de ganancia con base en la explotación del hombre y la naturaleza, sus impactos adversos sobre la sociedad y, en general, sobre el medioambiente han sido devastadores, al grado de que sus crisis, que se manifestaban casi exclusivamente en el terreno de la economía, ahora abarcan todos los aspectos de la vida de la sociedad, incluido el ambiental, y se han transformado en una crisis civilizatoria que afecta a la humanidad entera. Entre sus mayores peligros están: la amenaza nuclear, el cambio climático, el hambre y las pandemias.

Los impactos y desequilibrios causados por la crisis civilizatoria imponen la búsqueda de soluciones nuevas que vayan a la raíz del problema y propongan formas de convivencia social que garanticen a los seres humanos una vida digna y en completa armonía con la naturaleza.

La tarea de construir una nueva sociedad y con ello un mundo mejor, corresponde fundamentalmente a todas las personas que no pertenecemos a la clase dominante, la mayoría de los que poblamos este planeta; cada quien desde su particular trinchera pero organizados y con estrechos vínculos con los demás, en torno al objetivo común. Ello significaría salir de la barbarie y entrar a la civilización.

Salamanca, Gto., 27 de septiembre de 2020.

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