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El «fracaso» del neoliberalismo Por: Alfonso Díaz Rey La idea de que el neoliberalismo ha fracasado es peligrosa. Desorganiza e inmoviliza a las luchas populares, oculta y resta importancia...

El «fracaso» del neoliberalismo

Por: Alfonso Díaz Rey

La idea de que el neoliberalismo ha fracasado es peligrosa. Desorganiza e inmoviliza a las luchas populares, oculta y resta importancia al enemigo principal y conduce a la idea suicida de que la solución a los problemas que agobian a los pueblos vendrá del mismo sistema que los ha ocasionado y bajo la dirección política y económica de su clase dominante.

Surgido de la necesidad de paliar los efectos de la crisis estructural por la que el sistema capitalista transita desde fines de la década de los sesenta del siglo pasado, enfocó sus baterías hacia los trabajadores, los bienes nacionales y la naturaleza.

Los trabajadores perdieron muchas de las conquistas que históricamente habían alcanzado tras cruentas luchas y sacrificios, lo que se tradujo en la precarización persistente de sus condiciones de vida y trabajo, a la vez que significó un aumento significativo de ganancias para el capital.

En muchos países los bienes considerados propiedad nacional fueron enajenados y transferidos a poderosos consorcios financieros, con ello áreas estratégicas de las economías nacionales se privatizaron para incrementar las ganancias del capital privado, lo que incrementó la dependencia de los capitales locales y extranjeros, además de lesionar severamente la soberanía de esos países.  

La naturaleza es tratada como una mercancía más, le adjudicaron un valor económico y es objeto de especulación sin límites, lo que deja una estela de devastación que en muchos casos ha superado su capacidad de recuperación por medios naturales y ello se refleja en desequilibrios climáticos, sanitarios, sociales, económicos, etc., cuyos efectos sinérgicos con las crisis económicas propias del capitalismo provocan incalculables daños, sobre todo a los pueblos.

El neoliberalismo ha cumplido con su cometido. Privilegió las leyes del mercado y despreció derechos de colectividades, pueblos y naciones. Ha funcionado para quienes lo implementaron e impusieron. Mediante el despojo a pueblos y países el capital financiero y la oligarquía que lo posee se han fortalecido. La riqueza y el ingreso se concentran cada vez más en menos manos, lo mismo que el poder.

Sin embargo, como paliativo a los serios problemas que el sistema mismo genera, no todo ha sido miel sobre hojuelas. El neoliberalismo, que se sustenta en la sobreexplotación del ser humano y la naturaleza, y en el despojo, genera nuevos, mayores y más graves problemas, los que sumados a los antiguos no resueltos constituyen la fuente de nuevas y más fuertes contradicciones y agudiza las ya añejas, contradicciones y problemas que el capitalismo, históricamente se ha visto, es incapaz de resolver.

El afán de lucro ha derivado en la agudización de problemas de toda índole, y en el terreno ambiental se refleja en el incremento del peligro de extinción para muchas especies y formas de vida en el planeta, la humana incluida.

Pensar que ha fracasado puede conducirnos a cometer graves errores, a confiarle la solución de los más serios problemas a quienes fueron los causantes y con los mecanismos y herramientas con que los causaron; a continuar confiando en las promesas y recetas de la clase dominante para conducir el país, cuando históricamente se ha visto que solo velan por sus intereses.

El capitalismo mostró, desde hace muchísimo tiempo, su incapacidad para conducir a los pueblos por el camino del progreso, el desarrollo, la paz y la justicia; en su versión neoliberal nos ha mostrado su cara más injusta y la más alejada del progreso, el desarrollo y la paz.

Es un hecho que nuestro país requiere de una transformación radical. Esta no podrá realizarse en el seno de un sistema que ha sido el causante de la actual situación del pueblo y del país, ni con quienes lo condujeron a tal punto.

La solución no vendrá de una bola de cristal ni de la encomienda a seres o entidades supuestamente superiores. Tendrá que emanar del pueblo consciente y organizado.

Salamanca, Gto., 2 de abril de 2021.

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