
En medio de un panorama marcado por asesinatos, robos y desapariciones que mantienen a Guanajuato entre los estados más violentos del país, el arzobispo de León, Jaime Calderón Calderón, dirigió un mensaje crítico durante su homilía dominical, donde puso en entredicho la coherencia entre una identidad mayoritariamente católica y los elevados índices de criminalidad que afectan a la entidad.
El prelado lamentó que, mientras gran parte de la población se considera profundamente creyente, la realidad muestra comunidades golpeadas por el crimen y la inseguridad. En su intervención, señaló que no se debe caer en la ilusión de pensar que estas conductas son compatibles con la fe que muchos profesan.
Calderón subrayó que la ola de violencia no sólo refleja una crisis social, sino que también evidencia una carencia espiritual más profunda. Advirtió que los hechos de agresión y muerte son síntomas claros de que falta la presencia de Dios en la vida de las familias y en el corazón de la sociedad, pues donde imperan los asesinatos y la brutalidad, aseguró, no se manifiesta la esencia del Evangelio.
Durante su mensaje, precisó que la paz a la que se refiere el cristianismo no implica la ausencia de dificultades, sino una armonía interior que se logra cuando la fe transforma las conciencias y las conductas cotidianas.
Finalmente, el arzobispo hizo un llamado a que la ciudadanía practique la autocrítica y se comprometa a cambiar de manera personal y comunitaria para superar la violencia. Invitó a volver la mirada a la enseñanza del Evangelio como vía para recuperar la paz y la alegría genuinas en la convivencia social.