Así, entre aplausos y llanto, y con una misa de cuerpo presente a modo de homenaje, fue como familiares, amigos y sociedad salmantina despidieron al misionero franciscano Emilio Paredes; quien perdió la vida tras un ataque armado suscitado el pasado martes 26 de agosto, en la colonia El Olimpo.
El hecho impactó a propios y extraños, dejando a la vista la latente inseguridad en la que Salamanca está inmerso al cobrar la vida de un inocente más, Emilio, quien dedicó su vida a la labor social y humanitaria y a quien recuerdan con cariño, por su noble y generoso corazón y por su incansable labor a favor de los más necesitados. El padre Horacio, misionero xaveriano, recordó los días en que Emilio, por decisión y convicción pasaba su tiempo ayudando a la gente, en los basureros; una de las tantas historias que Emilio dejó como muestra de su enorme vocación de servicio.
Con el dolor a cuestas, familiares y amigos lamentaron su partida, así como la triste situación que se vive en el municipio, al presentarse hechos que en muchas ocasiones, cobran la vida de personas buenas e inocentes.
La maestra de música, Lupita Salgado, recordó el espíritu servicial de su amigo, quien siempre eligió estar con los más pobres. Habló de lo difícil que es vivir con este tipo de hechos e hizo un llamado a la unión y acercarse a dios a través de la oración.
El legado de Emilio Paredes no termina con su partida; permanece vivo en cada gesto de ayuda, en cada palabra de consuelo y en cada vida que tocó con su entrega desinteresada. Su ejemplo invita a no ceder ante la indiferencia, y a seguir construyendo, desde la fe y la solidaridad, un camino de paz y justicia. Salamanca despide a un hombre de fe, pero también abraza su memoria como un faro de esperanza en medio de la oscuridad.
DESCANSE EN PAZ, EMILIO PAREDES.


































