
A sus 72 años, María sigue despertando antes de que salga el sol. Antes de las 7:00 de la mañana ya está de pie, lista para ir al mercado donde ha pasado casi toda su vida. Desde los 25 años, esta mujer incansable ha trabajado entre garbanzos, nopales, cebollitas y demás verduras frescas, siempre con una sonrisa que contagia esperanza.
La señora María comenta que gana entre 400 y 500 pesos diarios, lo que considera suficiente para seguir adelante con dignidad, aunque no sin esfuerzo.
Para muchos, María es parte del alma del mercado. La conocen por su amabilidad, su constancia y por ese saludo cálido que regala a todo el que pasa: “Pásele, lo que guste, todo está fresco”.
Su trabajo no es solo una forma de ganarse la vida, sino un acto diario de resistencia y amor por lo que hace. A su edad, la mayoría estaría descansando. Ella, en cambio, sigue firme, demostrando que el trabajo honesto no tiene fecha de caducidad.
Con una voz tranquila pero firme, lanza una invitación a quienes pasan por el mercado:
María no busca fama ni reconocimiento. Solo quiere seguir haciendo lo que ha hecho por casi medio siglo: ofrecer alimento, calidad y un pedacito de su historia en cada bolsa de verduras.