https://youtu.be/MJYCI-PU4yk

Avioncitos, baleros, trompos, yoyos, carritos de madera, trastes de cerámica y barro, son algunos juguetes típicos que tienen incluso un valor histórico, pues son de antaño y orgullosamente mexicanos; se trata precisamente de los juguetes con los que se divertían nuestros padres, abuelos y bisabuelos hace ya algunos años.
En nuestros días es bastante raro encontrar a un niño jugar a las canicas, al balero, volar un papalote, hacer competencias con el trompo mexicano, todos estos  artículos clásicos están siendo sustituidos por computadoras, tabletas, celulares y videojuegos que por supuesto no siempre son malos pero que no se comparan con los juguetes que sin ser muy sofisticados dan mucha diversión sana,  y en todo caso, pueden ser parte de una colección o de un recuerdo para  niños de la actualidad.Los juguetes mexicanos  aportan algunos beneficios como practicar intrínsecamente parte de su cuerpo,  conjuntamente permiten la  importante y en muchas ocasiones menesterosa convivencia familiar  que poco a poco va  disminuyendo con el uso de aparatos electrónicos pues en menos de una década los niños más pequeños han cambiado los juguetes tradicionales por videojuegos, es por ello que comerciantes del mercado Tomasa Esteves  invitan a que no se olviden estos juguetes para que no se pierda la esencia del niño mexicano, además recuerdan que esos eran los juguetes con los que ellos crecieron.

Durante 40 años la señora Esther ha visto cómo estas artesanías han sido cambiadas por aparatos innovadores, y aunque el trompo es uno de los juguetes que  siguen estando presentes en muchos hogares y es muy vendido, considera que sí ha bajado mucho la comercialización de los juguetes mexicanos; sin embargo no es tarde para llevar a casa estos artículos que por supuesto nos dan identidad alrededor del mundo.

Si bien es cierto que los juguetes típicos mexicanos hoy en día van perdiendo batalla ante una gran campaña de mercadotecnia, no debemos permitir que las canicas, el trompo, el balero y los carritos de madera queden en el olvido.