ETERNA JORNADA El coronavirus encubre la crisis del sistema.

Por: Manuel De la Torre Rivera

El sistema capitalista que domina la mayor parte del planeta ya venía dando muestras de agotamiento en diferentes latitudes, que se manifestaba por el bajo ritmo de crecimiento de la economía de la mayoría de los países desarrollados del orbe, en la banda entre 1.5 y 2.6 por ciento, muy alejado del ritmo de crecimiento de la economía China que cada vez invade más sus antiguas posesiones en el mercado mundial.

Estado Unidos en Norteamérica, el país otrora hegemónico en un mundo que pretendía ser unipolar, se ha visto obligado a abandonar antiguas áreas de dominio en Asia, Oriente Medio y Europa y a compartir el poder geopolítico con Rusia y China en esos continentes, excepto en América Latina, donde ha vuelto a proclamar la antigua consigna de la Doctrina Monroe de América para los Norteamericanos y se han apresurado a reconocer al gobierno golpista de Bolivia encubierto por la Organización de Estados Americanos (OEA), y a celebrar un pacto militar con los gobiernos de Brasil y Colombia.

El continente americano reciente los bajos ritmos de crecimiento de las economías en la mayoría de esos países, aunque es motivo de mayor preocupación la desigual distribución de la riqueza generada por su clase trabajadora que se ha lanzado a las calles en protesta y demanda de atención a sus necesidades económicas en Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Haití entre otros.

El desigual reparto de la riqueza comunitaria al que hace referencia el párrafo anterior, ha venido acompañado de múltiples daños a los pueblos de esas naciones que se manifiestan en los bajos niveles educativos, afectación a los derechos de seguridad social, deficiente abasto de servicios públicos entre los que destacan el abasto de agua y la atención a la salud de los ciudadanos que están directamente vinculados a su calidad de vida, que en los momentos actuales se ve amenazada por la pandemia de Coronavirus.

Otro daño que ha venido acompañando al desigual reparto de riqueza es la destrucción del tejido social que nutre la delincuencia y ante la demanda de consumo de narcóticos, genera el principal cáncer sistémico que sufren nuestros pueblos: el narcotráfico y la violencia que atenta contra uno de los principales derechos humanos, el derecho a la paz social.

Y por si fuera poco, este breve recuento de daños de un sistema decrépito que no ha podido brindar calidad de vida a la mayor parte de los ciudadanos del planeta, en muchas regiones se resiente el estigma de las guerras rapaces que roban y explotan los recursos naturales, patrimonio de los pueblos, que son el principal generador de oleadas de emigrantes que sufren lo indecible en múltiples regiones del planeta.

Finalmente, el hecho que en este sistema, el 99% de la riqueza generada se concentre en el 1% de los ciudadanos, riqueza que mayormente permanece ociosa y solamente se dedica a actividades especulativas, que contribuyen a concentrar aún más la riqueza en pocas manos; son los principales causantes de desequilibrios ante la crisis artificial del petróleo y que ante los desequilibrios de las bolsas mundiales, ven su oportunidad de encubrir la crisis económica del sistema en la crisis sanitaria del Coronavirus como si esta fuera la principal causa del desequilibrio financiero.

Toca a los pueblos del mundo unir sus conciencias, voluntades y luchas emancipadoras para cambiar este absurdo sistema socioeconómico que ha creado una monstruosa desigualdad social, está provocando el cambio climático del planeta, que ha trastocado el tejido social, que sostiene el armamentismo y la guerra que nos ha llenado de campamentos de emigrantes repletos de mujeres y niños que sufren más que por el Coronavirus. Otro mundo es posible.

Salamanca, Gto., 31 de marzo del 2020.