Por: Betzabé Vancini
Psicoterapeuta
Te voy a contar un secreto: siempre que recibimos a una persona en terapia, le preguntamos sobre sus hábitos alimenticios, sus horas de sueño y qué le gusta hacer en sus ratos libres, esta información no solo nos permite conocer a la persona un poco más, sino que también nos ayuda a saber qué tanto está acostumbrada a cuidar de sí misma o, por el contrario, hasta dónde llega el maltrato que se da hasta en los actos más cotidianos. Cuidar de ti es el mejor signo de salud mental. Te explico a continuación.
En los pequeños detalles de la cotidianidad es que podemos percibir la realidad de una persona. Es decir, él o ella pueden describir cuán mal la están pasando anímicamente, pero es hasta que estos hábitos se ven afectados, que entendemos que el problema es realmente serio. Comer bien, dormir suficiente, tener pasatiempos, tener amistades, etcétera, son señales de una autoestima saludable y le dan un mejor pronóstico a la terapia. Por ejemplo, alguien que llega a terapia está dispuesta/o a invertir tiempo, dinero y esfuerzo en sentirse mejor. Esta disposición a invertir en sí mismo también debe permear las otras áreas de su vida: buscar atención médica cuando lo necesita, llevar una alimentación saludable, saber poner límites cuando es necesario, ahorrar para no vivir en el desfalco permanente, invertir en su apariencia física básica –higiene, uñas, ropa limpia, peinarse, etcétera–.
Cuando una persona llega a terapia pero no cuida estos aspectos tan fundamentales, por ejemplo, no se peina o pasa muchas horas sin comer, los terapeutas sabemos que requerirá mucho más trabajo para hacerle consciente de que MERECE un trato digno incluso de sí mismo/a. Y es que el autocuidado es tratarte dignamente.
¿Qué aspectos entran en el autocuidado?
Llevar una alimentación saludable, dormir al menos 7 horas por la noche, tener un círculo de apoyo genuino, mantener tu vivienda limpia, tener hábitos de higiene adecuados, hacer ejercicio de manera cotidiana –al menos 3 veces por semana–, tener pasatiempos constructivos: jugar con las mascotas, salir a caminar, hacer rompecabezas, jugar juegos de mesa, participar en alguna causa altruista, cuidar plantas, diseñar, dibujar o pintar, meditar, entre muchos otros.
¿Cuáles consideramos hábitos destructivos?
Es evidente que se trata casi de lo opuesto a los anteriores pero seré más específica: dormir pocas horas, fumar, consumir alcohol de manera cotidiana –más de 3 copas por semana–, comer comida rápida o no cocinar ni un día a la semana, hacer solo una o dos comidas diarias, tener privación de alimento o atracones de comida, no beber agua, beber demasiado café, pasar más de 4 horas semanales jugando videojuegos, llevar una vida sedentaria, no tener una hora para ir a dormir y para despertar, no tener círculo de apoyo o tener solo amigos para la fiesta, no bañarse diariamente, usar ropa rota o sucia, tomar refresco de manera cotidiana, gastar constantemente en artículos no esenciales –juegos, juguetes, artículos de lujo–, acumular objetos o animales, entre otros.
Cuando vemos un escenario con algunas de estas características, sabemos que la persona no ha aprendido a cuidar de sí misma, así que entendemos que además de trabajar el problema emocional que le llevó a terapia, tendremos que reforzar la autoestima y ayudar a la persona a quererse y cuidar de sí.
Hay una razón fundamental detrás de todo esto: si tú no te quieres y cuidas de ti, nadie más lo hará. Esto pasará también a tus relaciones sociales y de pareja: si las personas en tu entorno ven que tú te tratas mal, ellas también lo harán. O bien, quienes estén un poco más sanas, acabarán por alejarse porque es muy difícil permanecer cerca de alguien auto destructivo.
Nunca es tarde para aprender a cuidar de ti, a quererte y a saber pedirle a otros que también lo hagan.
Como siempre, estaré atenta a todas tus preguntas y comentarios vía Twitter; me encuentras como @betzalcoatl.