Individualismo irracional
En estos días observando los automóviles estacionados en un hotel, alrededor de 45 autos, hice un cálculo aproximado de la inversión monetaria de éstos, la mayoría no mayor a tres años de antigüedad y con costos de entre $150,000 el más económico y $550,000 los más lujosos; considerando conservadoramente un costo de “mercado” promedio individual supongamos que éste sería de $190,000, multiplicado por 45 autos, nos da una inversión estacionada de $8,550,000 (Ocho millones quinientos cincuenta mil pesos m.n.).
Además en todos los casos son autos de mínimo 5 plazas pero que en promedio solo son ocupados por 1.5 personas, es decir que independientemente del consumo de combustible, solo es aprovechado el 20% de la inversión y desperdiciado el 80% restante.
Ahora, el tiempo de utilización de éstos autos por día, en términos muy óptimos, lo consideraremos de 4 horas al día en promedio, es decir que el 83% del tiempo restante es un mueble inútil estacionado en algún lugar.
Considero que con lo expuesto en párrafos anteriores, no cabe duda de lo ineficiente e irracional y absurdo que estamos haciendo como sociedad, hemos encumbrado al automóvil como ícono del progreso y el desarrollo pero, por ejemplo, imaginen ustedes los tipos de negocios y bienes sociales que podríamos generar aplicando esa inversión de 8 millones de pesos, haciéndolos productivos al 100% y el 100% del tiempo.
Si miramos a nuestro alrededor, así como el ejemplo del automóvil, podemos observar cientos de inversiones, infraestructuras y artículos superfluos y subutilizados en todas las actividades diarias de nuestro sistema de vida, es un verdadero derroche de energía.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el individualismo? Pues que dentro de nuestra filosofía socio económica, principalmente la occidental, hemos creído el paradigma del “progreso” por medio del consumo, el hedonismo, egoísmo y la vanidad, de tal forma que hemos sido programados para desear y enfocar nuestras energías en “mi auto”, “mi tele”, “mi casa”, “mi seguro de vida”, “mi negocio”, “mi bienestar”, “mi”, “mi” y “mi”; ¿A qué costo? Al costo que podemos observar en nuestro país y el planeta en donde impera el afán por la “ganancia” aunque sea a costa de pisotear miles de vidas humanas y al medio ambiente.
La naturaleza nos enseña otro patrón con el cual ha desarrollado y garantizado la vida a lo largo de miles de años y nada tiene que ver con el individualismo, son esquemas de cooperación, comunidad (ecosistemas), ayuda mutua (simbiosis), respeto, equilibrio, restauración, por mencionar algunos.
Los grandes desarrollos tecnológicos del hombre se han logrado emulando los procesos de la naturaleza y ciertamente no podemos negar que hay cosas muy positivas como los avances en la medicina pero también cosas aberrantes como la guerra bacteriológica, el primero para un propósito de vida y el segundo para uno de destrucción, absurdo pero real.
Y es que en nuestro afán de “ser mejores”, hemos olvidado el refrán que dice: “Para dominar a la naturaleza, es preciso obedecerla”, ahí está la clave, la naturaleza siempre ha estado a favor de la vida y éste debe ser el valor que debemos dar preferencia en todas nuestras actividades humanas.
[En línea]: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html