ME CONTÓ UN HUICHOL que a la hora de comer, en su comunidad, primero le sirven a los ancianos, luego a los demás adultos, más tarde a los jóvenes y finalmente a los niños. Existe una cultura de respeto a los mayores y, de una manera natural, se promueve que los hijos no se vuelvan egoístas y pretensiosos.
Por lo contrario, en occidente muchas veces el individualismo y la soberbia es lo que se impone; una actitud de competencia y de desprecio hacia los demás. Esto se ha ido acrecentando con la ausencia en el hogar de muchos padres que tienen que trabajar, a tal grado que cuentan con poco tiempo para los hijos. Inclusive se sienten culpables ante esto y lo compensan cumpliendo los caprichos del hijo o de la hija.
Como profesor de Inglés en escuelas privadas me ha tocado tratar con madres atemorizadas por el infante: “¡Es que luego se enoja!” me decía una señora con lágrimas en los ojos.
Ciertamente en el pasado abundaban más los casos de maltrato hacia menores, castigos desproporcionados e indignantes, pero creo que nos hemos ido al otro extremo.
Para algunos podrá resultar poco práctica la costumbre Huichol, más lo cierto es que entre ellos hay más respeto y armonía. Y, agregó el indígena:
“Nosotros nunca abandonamos al abuelo en un asilo”