La relación que muchos tienen con la soda de dieta puede ser -en muchos momentos- insana. Ingerir cantidades excesivas de refresco de dieta todos los días, en lugar de ingerir agua, le hace a tu cuerpo mucho más daño del que crees.
Las sodas de dieta contienen altos niveles de sodio que le causan al cuerpo diversos problemas, como gastritis, hipertensión arterial, osteoporosis, deficiencia renal y retención de líquidos.
Semana 1
Durante los primeros días de este desafío tu cuerpo va a estar autoprogramado para no beber refresco de dieta, serán días bastante amigables.
Eso sí, asegúrate de hablar con tu familia y amigos acerca de este cambio en tu vida. De esta manera, le sumarás importancia al reto y permitirás que tu entorno también pueda ayudarte.
Semana 2
En este momento es cuando tu cuerpo va a comenzar a pedirte soda de dieta y debes buscar un sustituto que no contenga grandes cantidades de azúcar ni sodio. Además, asegúrate de que en tu casa u oficina no haya soda de dieta. Eso reducirá el grado de tentación y hará todo más sencillo.
Semana 3
Se dice que cuando llegues al día 16 el hábito está a punto de romperse. Si pasas esa barrera no sentirás el deseo de beber soda de dieta y beberás agua sin ningún inconveniente.
En este tiempo la “adicción” no ha desaparecido así que es probable que aún experimentes antojos dulces.
Semana 4
Luego de largos días de luchar contra la tentación, tu cuerpo va a sentirse liberado del mal hábito y no sentirá la necesidad de pedir soda de dieta en un bar o en una fiesta. Sin embargo, debes prestar especial atención a los sustitutos que encuentres a esta bebida en ciertos eventos. Muchas veces, el alcohol es la salida más fácil, pero no necesariamente la más saludable.
Acabar con un hábito como este no es nada fácil y deberás cargar con tu decisión a todas partes, pero una vez que te hayas convertido en una persona más independiente de las sodas de dieta, no tendrás ninguna duda: el esfuerzo habrá valido la pena.