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B i ó s f e r a ( Kuxtal / Yolistli )

Por Alfonso Díaz Rey

La crisis y los jóvenes*

bios

“El problema es que la crisis es parte de la naturaleza del imperialismo y el imperio las utiliza para incrementar la explotación y la opresión sobre los pueblos. No hay solución para ésta y para las otras crisis que no sea el fin del imperialismo y de la especulación y de la explotación de los pueblos”

Tiago Vieira, presidente de la Federación Mundial de la Juventud Democrática (2009)

La crisis, aunque algunos no quieran verla, condiciona la vida social, política, económica, cultural y, por tanto, determina la calidad del entorno en que vivimos. La forma en que la conocemos, y padecemos, es consecuencia de la manera en que la sociedad se organiza para producir los bienes y servicios que necesita para vivir y desarrollarse, en nuestro caso: el sistema capitalista. Y dada la internacionalización tan extendida (globalización) de las relaciones de producción capitalistas, al grado de ser las dominantes en el mundo, las crisis

también extienden sus efectos a nivel planetario sin ser, necesariamente, coincidentes en el tiempo ni en intensidad.

El mayor peso y costo de las crisis recae siempre en los estratos con menores ingresos económicos, que conforman la gran mayoría de la población de los países capitalistas.

México no es la excepción y uno de los sectores más vulnerables, por su número e importancia, es la juventud.

Además de ser una etapa de la vida en la que se presentan cambios biológicos y emocionales que obligan a superar obstáculos y prejuicios en la búsqueda de su autoafirmación y realización personal, obstáculos que en no pocas ocasiones creamos los mayores, la crisisi y las medidas que adopta el sistema para superarla (nunca en defensa de las mayorías), inciden negativamente en la juventud.

Quienes actualmente son jóvenes en este país desconocen lo que es vivir fuera del neoliberalismo y sin la presencia y efectos de una crisis. Y es precisamente esta combinación, neoliberalismo y crisis, la que roba la esperanza y cancela el futuro de millones de jóvenes mexicanos (22.1% no estudia ni trabaja); y el hecho de tener una preparación de nivel medio o superior no les garantiza un empleo con un ingreso que les permita una vida digna, razones por las que muchos se sienten frustrados y marginados y por las que no pocos terminan en actividades consideradas ilícitas.

Y aun cuando desde las esferas de gobierno nos pintaron al neoliberalismo como la llave para modernizarnos y entrar al primer mundo, ese relato resultó un fraude y un espejismo; y la juventud que con sacrificios adquirió una formación que, se suponía, le permitiría forjarse un futuro promisorio, el propio sistema se encargó de regresarla a la realidad, que les muestra lo contrario a los sueños que se construyeron con el discurso neoliberal.

¿Y qué tipo de juventud sería la deseable para un país como el nuestro? ¿Una juventud sumisa, acrítica, que reproduzca todos y cada uno de los vicios, prejuicios y obstáculos que hoy les afectan, para la generación que les sigue? ¿O una conciente y crítica, capaz de participar en la creación de condiciones para lograr el cambio que el país necesita?

Una de las respuestas a esas interrogantes está en un sistema educativo diferente del actual, que siente las bases para que la niñez y la juventud aprendan a aprender y a vivir; a ser, como miembros de una sociedad, quienes conciente y libremente definan y elijan el tipo de sociedad en que quieren vivir y los valores que la regirán, para evitar situaciones y condiciones como en las que ahora vivimos.

Otra, tendría relación con la manera en que entendamos la realidad y seamos capaces de explicarla a las nuevas generaciones, con las características y cambios que el tiempo, el entorno local y el externo van agregando o imponiendo; con la única condición de que esa realidad no nos desmienta.

Los problemas en la actualidad no son pocos ni fáciles de resolver. La solución no la tenemos los mayores, pero debemos tener claro que con el concurso y participación de la juventud podremos, entre todos, hallarla y aplicarla.

Y si el futuro es de la juventud, está claro que ella es quien cambiará el mundo para transformarlo en algo mejor.

A quienes ya pasamos por esa etapa de la vida y aún mantenemos alguna energía que alimenta nuestra capacidad de indignación frente a la injusticia, la desigualdad, la discriminación, la guerra y, en general, contra todo aquello que atenta contra una vida en armonía con nuestros semejantes y con la naturaleza, nos corresponde, más que decirles qué deben hacer o cómo comportarse, brindarles o construir juntos las herramientas necesarias para que sean mejores seres humanos que nosotros y puedan, desde su sensibilidad y conocimientos, construir ese mundo mejor.

Porque si falla la juventud, todo fallará.

Salamanca, Guanajuato, 16 de abril de 2017 *Tomado de la página de SomosMass99 (http://www.somosmass99.com.mx/la-crisis-y-los-jovenes/)

i Hablamos en singular porque para los que en la actualidad son jóvenes, nacieron en el contexto de una crisis que afecta al sistema capitalista desde fines de la década de los sesenta o principio de los setenta, crisis a la que México no escapa y que sin ser un suceso continuo ni manifestarse de la misma forma e intensidad, nunca han dejado de estar vigentes los indicadores de su presencia (inflación , desempleo, endeudamiento público creciente, devaluaciones monetarias, pérdida constante del poder adquisitivo de los trabajadores, la creciente desigualdad, etc.), que en la etapa del neoliberalismo en nuestro país, que ya casi cumple 35 años, la corrupción, violencia, impunidad y la aplicación de políticas económicas y sociales lesivas al pueblo y a la nación, agudizan sus efectos.

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