NUESTRO ENTORNO
POR: Alfonso Díaz Rey
“[…] la expansión de la cosmovisión mercantil en su forma neoliberal no tiene precedentes y está totalmente fuera de control. Esta cosmovisión no percibe los árboles, ríos, tierra, montañas como seres con su propia dignidad y derechos, sino como parte de un mundo de “recursos naturales” y “capital natural”, o sea, bienes y servicios que esperan el desarrollo de la inversión para poder ser consumidos productivamente tras ser intercambiados en un mercado. Este proceso tiene como fin una acumulación sin comparación en la historia humana, y su resultado devastador ha sido la decadencia casi total del planeta y de sus tierras, mares, ríos, lagos, bosques, praderas, cuencas y otros lugares, lo mismo que de las comunidades originarias que los habitan, y de sus formas de pensar, vivir e intercambiar con el universo”.
Dictamen sobre Devastación Ambiental y Derechos de los Pueblos (Tribunal Permanente de los Pueblos, Ciudad de México 15-17 de noviembre de 2013)
El progresivo deterioro del medioambiente, fenómeno mundial al que no escapa nuestro municipio, provoca, además de impactos adversos al medio natural, severos daños a la población en aspectos sociales, culturales y económicos.
Y aunque se trata de un problema “global”, como le llamarían los posmodernos neoliberales, existen pequeños grupos humanos a quienes los efectos parecieran no importarles y, además, se benefician económicamente, porque son los causantes de gran parte de ese problema. A esos grupos pertenecen personas que son propietarios, o grandes accionistas y altos funcionarios administrativos y técnicos de las corporaciones transnacionales en ramas como la energía, petróleo, química y petroquímica, minería, agroindustria, industria automotriz, alimenticia, construcción, entre otras.
Muestra de lo anterior, en nuestra localidad, es la instalación de dos grandes empresas en suelos con vocación agrícola (Mazda y Daltile), que contaron con la complicidad de las autoridades para hacer uso inadecuado del suelo, mismo que posteriormente “legalizaron” mediante la modificación del polígono del área urbana, modificación que se hizo oficial días antes de cumplir su gestión la anterior administración municipal, hecho muy posterior a la instalación de esas empresas.
Contribuye también a ese deterioro una serie de prácticas nocivas que cotidianamente buena parte de la población lleva a cabo influenciada por la propaganda consumista, como un efecto del bombardeo ideológico a que está sujeta a través de los medios de comunicación (propiedad de empresa vinculadas a las corporaciones transnacionales) y, también, una parte de la población cuyas condiciones materiales le obligan a utilizar medios de supervivencia que aportan al daño del medioambiente.
Es cierto, y además necesario, que todos contribuyamos a implementar medidas para revertir, o al menos mitigar, el daño tan severo que presenta el medioambiente, pero también es urgente que hagamos conciencia y conozcamos las verdaderas causas de tal deterioro, porque si nuestra acción se basa solamente en la buena voluntad de quienes están dispuestos a acciones individuales (o familiares), poco o nada podremos avanzar si las ansias de acumular riqueza y de obtener ganancias de donde sea, y a costa de lo que sea, no son frenadas y buscamos otro tipo de organización social que permita un desarrollo en armonía con nuestro entorno, incluidos nuestros semejantes.
La palabra, pues, la tenemos todos los que conformamos el pueblo, no solamente los ciudadanos, porque la crisis ambiental no respeta condición alguna y si como especie somos los responsables de tal situación, también como especie, pero organizados, debemos tomar conciencia de las causas del problema para resolverlo definitivamente.