POR: MC JUAN MANUEL PASCUAL ALARCÓN SÁNCHEZ
La noche transcurría muy lentamente… Como si la niebla, o el frío, o el hielo, o todo junto; jugasen a detenerla y a tratar de inmortalizarla; se resistía a caminar haciendo más dolorosa aquella escena… No había festejo ni lugar para ello, solamente la luna [esa que osculta los tiempos sin luz y es testigo del amor y de la muerte] guiñaba con sus blancos ojos tratando de animar a aquellas que se disponían a rezar, como si sus rezos regresaran a los que no están, como si los misterios y las letanías llegaran a los oídos sordos, como si los cantos pudieran viajar fuera de esas montañas y de esos cerros, de esos cercos, de esos matorrales y pudieran tocar un poco la vida –y la consciencia- de los que aún están festejando.
Mujeres, indígenas, pobres, esposas y madres suplican gritando ya con sus gargantas rasgadas, piden e imploran a su Dios el regreso de aquellos que hace 15 meses y un día fueron destinados al silencio; reclaman con rabia y desesperación que aquellos a los que amamantaron y enseñaron a caminar, les sea otorgado el camino de regreso, les sea devuelta la voz y la presencia, les otorguen sus nombres que son vida y sea esta vida la que permanezca en su memoria.
Esta noche no es noche buena, es una noche oscura, sin luz, sin logros, sin festín, sin pavos ni dulces, sin tiempo preciso ni espacio real, esta noche solo huele a soledad, a ausencia, a tierra y frío que quema los huesos, a mentira, a dolor…
Son más de 43 los que no están, los que han corrido esta suerte, los que han inspirado a muchos a marchar, a gritar, a escribir y denunciar, los que con su ausencia están presentes y los que –de alguna manera- alimentan la esperanza…
Queridos Lectores:
Se preguntarán ¿por qué los 43 y por qué en estas fechas? La respuesta es muy simple: todo acto humano que permanece durante el tiempo, le va otorgando cierto carácter y sentido a la vivencia de ese mismo tiempo. La Navidad y el fin de año del Calendario Gregoriano, tiene como origen no el consumo excesivo y el despilfarro característico de las sociedades modernas; sino por el contrario y más allá de su fundamento cristiano, el sentido último de éstas es profundamente humano: es en estas fechas donde buscamos la pertenencia de unos con otros, es en estas fechas donde podemos evocar aquello que ha construido nuestra esencialidad, es donde somos capaces de compartir vivencias y experiencias que nos acompañan a lo largo de nuestra existencia; es también en estos tiempos que experimentamos la otredad y somos capaces de ver más allá del yo. Es también en este tiempo donde viviendo esa otredad, nos dejamos tocar por la necesidad del otro, por su sufrimiento, por lo que le aqueja, por la injusticia que vive, por el arrebato de su dignidad; y aun no estando conformes, también es en esta fecha donde buscamos actuar, aunque sea de manera simple, aunque sea de manera asistencial, aunque sea dando y donando poco de lo que tenemos… ¡Qué lástima que sea solamente estas fechas! ¿Se imaginan el otro mundo que construiríamos si viviésemos esta otredad en todos nuestros tiempos?
Es por eso que los que son más de 43 están presentes, porque un hecho histórico de tal magnitud en nuestra consciencia colectiva no puede evadirse, porque es necesario refrescar la memoria, porque la otredad también se vive así: haciendo nuestros sus sufrimientos, haciendo nuestras sus injusticias y tomando acción en condescendencia. Porque los que son más de 43 se encarnan en la vida de los que luchan por otra sociedad. Porque una Navidad o un Fin de Año con ausencias obligadas, siempre romperán con el sentido último de éstos.
¡Que sean pues estas fechas una oportunidad para redimensionar el sentido de las mismas! que los tiempos que vivimos sean de pertenencia y reciprocidad, hoy tenemos la oportunidad de correr los velos de la simplicidad, la inconsciencia y la indiferencia. Hoy podemos –si queremos- empezar a construir otro mundo posible…
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Excelente atículo!!