La adolescencia suele ser un periodo difícil no sólo para el joven sino para su familia y para su inserción en el ámbito escolar y social. Es una época de cambios constantes que generan fluctuaciones importantes en el estado de ánimo tales como depresión, ansiedad, euforia o agresividad y que hacen muy difícil entender al joven, sus motivos, sus objetivos y por lo que está pasando.
Por: Betzabé Vancini
Psicoterapeuta
El periodo de adolescencia comienza alrededor de lso 12 años de edad y culmina aproximadamente a los 18, se caracteriza por los constantes cambios físicos propios del desarrollo en el que se van manifestando las características sexuales y los roles propios del género, así como la orientación sexual. Un punto importante a considerar, es que durante la adolescencia, el joven está siendo constantemente bombardeado por la glándula pituitaria, la tiroides y toda la secreción de hormonas que le producen los cambios físicos y que por ende, repercuten irremediablemente en su estado de ánimo.
Cuando esta etapa es más adversa que de costumbre o cuando hay además, cambios importantes en la familia o en la vida social del adolescente, es importante acudir a terapia con un especialista.
Algunos signos importantes a considerar son:
1. Se aísla frecuentemente pese a los intentos de los padres por hablar con él/ella. Repentinamente se ha vuelto hermétic@.
2. Hay sospecha de uso de alguna sustancia ilegal o de alcohol.
3. Cambió repentinamente de grupo de amigos o ha manifestado tener problemas en su salón de clases o escuela.
4. Se ha vuelto agresiv@ en los deportes o tiene conductas que lastiman a otras personas física o verbalmente.
5. El tiempo que pasa en casa duerme sin importar la hora y no se levanta ni a comer.
6. Tiene problemas con su alimentación, ya sea que haya dejado de comer o que coma en atracones.
7. Agrede física o verbalmente a sus padres o hermanos.
8. Presenta alguna conducta AUTODESTRUCTIVA.
Es de vital importancia buscar ayuda psicoterapéutica si el/la adolescente presenta conductas como cutting, consumo de sustancias u otras laceraciones, mucho más si en algún momento se le escucha hablar de ideas suicidas o sobre la muerte.
La adolescencia es una etapa difícil en la que se busca el sentido de la propia existencia, y si no hay un ambiente propicio en casa donde se fomente la comunicación y la apertura -sin dejar de lado los límites y la autoridad-, el joven se irá aislando hasta volverse un completo extraño en casa. Estas etapas de aislamiento producen laceraciones en el autoestima que son determinantes para la vida adulta.
Es importante que los padres se encuentren informados y preparados para acompañar a los hijos en esta etapa. Abrir canales de comunicación directa y efectiva es mucho más eficiente que ser demasiado rígidos o juiciosos con el adolescente. Es importante evitar devaluar al adolescente por su apariencia o por su conducta con frases como: «Mira nada más esos pelos, qué vergüenza que vayas conmigo en la calle.» o «Qué bueno que tu amiga x te quiere, porque estás insoportable».
Como padres, es de gran ayuda considerar que el enojo constante que tiene el adolescente no es personal aunque se traduzca en crítica constante para los padres y sus acciones. El origen de ese enojo es más bien la búsqueda por un lugar en el mundo y la constante lucha para diferenciarse de los padres, en el que el adolescente ya no es «el hijo de», sino él mismo y busca su propia identidad.
Los límites son vitales para tener una buena relación con un hijo adolescente. Si sientes que la situación está fuera de control o que sobrepasa tu tolerancia, es mejor acercarte a un especialista. L@s adolescentes suelen necesitar de un «cómplice» adulto que les guíe, que los escuche y quienes puedan establecer límites mediante la negociación sin llegar a la agresión.