La ganancia es primero
A diferencia de la frase de Vicente Guerrero: la patria es primero, cuando a instancia de los realistas su padre le pidió deponer las armas y aceptar un cargo en el ejército español; en la actualidad, ante el peligro de agravar la crisis ambiental, muchos empresarios y no pocas autoridades adoptan la premisa: la ganancia es primero.
En ocasiones la normativa es incompleta; otras, la corrupción presente tanto en el sector público como en el privado, permiten que los intereses económicos de unos cuantos prevalezcan sobre los intereses de la sociedad; en ambos casos la inacción de la ciudadanía es determinante para que ello suceda.
Tales escenarios son comunes, aunque no privativos, en nuestro país. De ello se aprovechan empresas que aquí pueden hacer lo que no les es permitido en sus países de origen (además de verse favorecidas por la legislación laboral y los ínfimos costos de la mano de obra).
Un caso que es común en muchas localidades urbanas del país es la instalación de estaciones de servicio para venta de combustibles para automotores, las gasolineras, instalaciones que por la tecnología utilizada, tanto en aspectos de materiales, instrumentación y riesgo, son en extremo seguras en cuanto a accidentes, lo que no debe ser argumento para instalarlas, prácticamente, una al lado de otra, aunque cumplan con todos la normativa técnica y administrativa.
Aun cuando en algunas ciudades existen reglamentos que claramente establecen las distancias mínimas que deben existir entre instalaciones de este tipo, aún no es una práctica generalizada y por lo mismo está siempre latente la posibilidad de que en ciudades como la nuestra, en la que no existe esa reglamentación, tengamos la presencia de dos o más gasolineras en zonas relativamente pequeñas.
Los riesgos más comunes asociados a estas instalaciones se relacionan con el transporte de combustibles, sobre todo gasolinas; con impactos viales (entrada y salida de vehículos); además, y quizá el que menos se considera, la contaminación con compuestos orgánicos volátiles.
Aclaremos: como para esta región la norma para la instalación de gasolineras no exige dispositivos de recuperación secundaria[i], cada vez que un usuario carga gasolina a su vehículo, se emite a la atmósfera una cantidad de vapores (principalmente pentano) equivalentes en volumen a la cantidad que cargue (por ejemplo: si uno carga 30 litros de gasolina a su vehículo, se desplazarán del tanque 30 litros de vapores). Esos vapores por ser más pesados que el aire, se diluyen y permanecen a nivel del piso, que es el aire que respiramos.
En Salamanca, según datos del INEGI, en el 2015 había 58,712 automóviles; si en promedio, conservadoramente, cada automóvil consume 20 litros de gasolina por semana, se tendría un consumo semanal de un millón 174 mil 240 litros de gasolina y emisiones, solamente por operaciones de carga, de una cantidad equivalente de vapores; cantidad que términos de masa, equivaldrían a 2.8 toneladas de vapores de gasolina cada semana, de la cual una parte iría a nuestros pulmones.
Si a esto agregamos que alrededor de donde vivimos se concentran dos o más gasolineras, estaremos sujetos a mayor contaminación.
En esta ciudad operan 40 gasolineras[ii], ¿no serán suficientes?, y si no fueran, ¿no habría que buscar la ubicación adecuada para ellas?
Las autoridades tienen la obligación de ver por la seguridad de los ciudadanos y establecer la reglamentación necesaria para ello. De no hacerlo, los ciudadanos organizados podrían actuar en consecuencia para defender sus derechos; en este caso, el simple y elemental derecho a la vida.
Salamanca, Gto. 17 de julio de 2016
[i] Dispositivo que permite la recuperación de la mayor parte de los vapores de gasolina que son desplazados del tanque de los vehículos en las operaciones de carga de combustible.
[ii] http://www.seccionamarilla.com.mx/resultados/gasolineras/guanajuato/salamanca/1
