
Aprovechando que se trató en algunos artículos anteriores el tema del agua, se hablará sobre los alimentos ya que existe una relación muy estrecha entre estos. De no haber agua no hay alimentos.
Actualmente hay en el mundo alrededor de 795 millones de seres humanos que padecen hambre. América Latina y el Caribe quienes producen y exportan más alimentos en el planeta, tienen más de 34 millones de hambrientos.
En la XXXIV Conferencia Regional de la FAO del 2016 se acordó “acabar con el hambre y la malnutrición en menos de diez años”. De fuente confiable se sabe que algunos países ricos no cubren las cuotas que comprometieron.
Existen intereses muy fuertes que impiden que las estrategias para resolver este problema de acuerdo a las necesidades de cada país según su cultura.
Se han desarrollado unos principios clave para la soberanía alimentaria y son los siguientes:
- Los alimentos no deben ser mercancía, deben ser suficientes y culturalmente adecuados para los pueblos y las comunidades.
- Las/os productoras/es, mujeres, hombres, pequeños agricultores, pueblos indígenas, pescadores artesanales, habitantes de los bosques y trabajadoras/es agrícolas deben ser revalorizadas/os por ser elementos clave para su construcción, no deben ser subestimados por políticas ni programas que las/os colocan solamente como destinatarias/os de políticas asistencialistas.
- Quienes producen y consumen alimentos deben ser el centro de la toma de decisiones sobre las cuestiones alimentarias y se deben rechazar los acuerdos y prácticas que otorgan poder a las corporaciones transnacionales para decidir sobre nuestra alimentación.
- La producción de los alimentos debe ser localizada para evitar enormes desplazamientos hasta llegar a las/os consumidoras/es y el control del sistema alimentario debe ser local. Las/os productoras/es y la propia comunidad tienen que tener el control sobre el territorio, las semillas y demás bienes comunes, con el propósito de evitar su privatización y preservar la biodiversidad.
- La soberanía alimentaria recupera las habilidades y los conocimientos tradicionales del campesinado y las comunidades indígenas, favoreciendo su transmisión a las generaciones futuras.
- El sistema alimentario debe interactuar con la naturaleza respetando sus ciclos, para lo cual son necesarios métodos de producción agroecológica que maximizan las funciones beneficiosas de los ecosistemas. Esta característica implica un claro rechazo a los monocultivos, las explotaciones ganaderas de factoría y la industrialización a gran escala.
Todos los hechos negativos mencionados los estamos experimentando en mayor o menor grado en nuestro municipio.
Por ello, la soberanía alimentaria implica considerar a la alimentación no como una cuestión personal y dependiente del poder adquisitivo, sino como un sistema alimentario que implica un proceso complejo que abarca la producción, el transporte, la comercialización, el consumo, los desechos, las políticas económicas, sociales, científicas y las acciones de los movimientos sociales y de consumidores, que hacen que el alimento sea un derecho.