Una vez superada la amnesia provocada por las fiestas de diciembre, veamos lo que nos depara este 2016.
Comencemos por comprar el papel y los lapices que necesitaremos para hacer nuestra carta a los Santos Reyes. ¿Qué podríamos pedir a esos Magos de Oriente?
Según los que saben, el 2016 será un año difícil económicamente. Tales predicciónes no sorprenden a nadie, sin embargo creo que a muchos como a mí, nos gustaría comenzar el año con buenas noticias, para variar.
Y es que hasta los servidores públicos tendrán que «apretarse el cinto» durante 2016. O al menos, así parece a primera vista, aunque la realidad nunca deja de sorprendernos.
A conocidos con quienes he discutido el tema, les parece que la decisión del gobierno estatal de invertir una parte sustancial del préstamo aprobado para 2016 en programas de desarrollo social es una reverenda tontería.
Ciertamente, el uso regular que se da a dichos programas es más bien demagógico y asistencialista, esto es, para comprar votos y mantener grupos de acarreados. En opinión de muchos, resulta absurdo gastar un dinero que no se tiene en mantener a quienes nada producen.
Pero, no juzguemos sin antes analizar un poco la situación.
Es cierto que el presupuesto asignado para 2016 a la Secretaría de Desarrollo Social y Humano supera los 3 mil millones de pesos. Visto en perspectiva, la deuda pública estatal directa ascendió a los 5 mil millones de pesos en septiembre del 2015.
Con lo que se paga en programas como Techo Digno, recien adjudicado de forma directa por la mayoría panista leonesa, podriamos saldar 3/5 de la deuda estatal, ahorrándonos y ahorrándole a nuestros hijos un montón de intereses. Cosa que los Reyes Magos nos agradecerían también, dicho sea de paso.
En cambio, el Estado solicitó un préstamo por 4,200 millones de pesos, y es de todos sabido que la mitad de esta suma será empleada principalmente para programas de desarrollo social.
Hasta aquí, los que piensan mal, se llenan la boca con acusaciones de corrupción e irresponsabilidad. De cara a la segunda mitad del sexenio y la campaña electoral del 2018, muchos opinan que decisiones como esta responden a intereses electoreros, antes que al bien común y el desarrollo social.
No faltan los ejemplos que den de qué hablar en este caso: políticos que renuncian al cargo (y sobre todo a la responsabilidad) para comenzar a preparar «La Campaña». Curiosamente, de los dos últimos ejemplos, uno corresponde precisamente a la reciente designación de un nuevo Secretario de Desarrollo Social y Humano, para sustituir al anterior que se tuvo que retirar para poder «maniobrar».
Pero reitero, estimado lector, no nos adelantemos; no seamos de los mal pensados, que tienen la lengua lista pero la conciencia perezosa. Estudiemos la situación:
Del total del presupuesto autorizado para el 2016, la SDESHU destinará 1,241 millones, a través de la Dirección General para el Desarrollo Social, en programas de impulso a la comunidad. De esta suma, la mayoría (822 millones) se destinarán al programa de infraestructura para la reconstrucción del tejido social.
Esto último debería llamar nuestra atención.
¿En que invertirá el 26.89% de sus recursos la SDESHU? Alguna pista nos da el sustantivo «infraestructura», es decir, calles, escuelas, parques, en fin, construcción de obra pública. Sin embargo, la parte de «tejido social» no todos la tenemos muy en claro.
¿Qué es el Tejido Social y por qué es tan importante reconstruirlo? ¿En qué momento y porqué circunstancia se dañó? ¿Quién fue el indino que se atrevió? ¿Por qué Guanjuato le invierte tanto, será que el tejido se rompió de nuestro lado? Y en todo caso, ¿por qué es tan urgente pagar intereses para trabajar en su reconstrucción?
La respuesta vale en Guanajuato algo más de 800,000,000.00 y eso que aquí «la vida no vale nada». Entonces, ¿qué será en otros lados?
Por eso creo que vale la pena que le dediquemos un ratito a considerar el tema, entre renglón y renglón de la lista de cosas que vamos a pedir a los Reyes Magos.
Pero eso lo dejamos para la próxima, porque quiero ir a dormir antes de que acabe la tercera vigilia.
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