¿Te ha sucedido?
Uno de los episodios más estresantes en la vida de cualquier ser humano es cuando una relación termina. El dolor, la confusión, el enojo y el resentimiento suelen ser parte de la ruptura como lo son también parte del duelo cuando algún ser querido fallece.
Por: Betzabé Vancini
Psicoterapeuta
El rompimiento de una relación es precisamente eso: un fallecimiento. La persona amada deja de ser parte de nuestra vida y a cambio se quedan recuerdos que hacen más dolorosa la distancia. Cuando alguien se va de nuestra vida, especialmente una pareja, deja un vacío que es complicado entender y en su momento, llenar.
¿Cómo se supera una ruptura? El primer paso es entender que no sólo estamos tristes por la persona que extrañamos, sino también por los recuerdos de la relación y por la parte de nosotros mismos que murió en esa separación. Sí, la parte de nosotros que conectaba con la otra persona también muere al separarnos y entonces nos enfrentamos al reto de reinventarnos.
Cuando el duelo no es adecuadamente trabajado, puede prevalecer por años entorpeciendo todas las relaciones que sucedan a la que causó tanto dolor en la separación. De ahí la importancia de integrar la pérdida de la relación y completar el «vacío» con esa parte que reinventamos de nosotros mismos. Esto nos permitirá tener un sentimiento de plenitud y como consecuencia, tener nuevas relaciones sin repetir patrones destructivos.
Si la relación era muy cercana, frecuente o bien, un matrimonio o vivías con la persona, la parte más difícil de enfrentar será que el tiempo que solías pasar con esa persona ahora está libre. La pregunta llega a la cabeza: Y ahora, ¿qué hago? Una de las respuestas menos asertivas es distraernos del duelo con atividades destructivas como consumir alcohol, salir excesivamente de fiesta o bien, tener encuentros sexuales sin compromiso.
El duelo debe trabajarse por etapas y no es posible «curarse» de ese dolor en un sólo día. Es un proceso que depende de cada uno de nosotros y del grado de aceptación que vayamos teniendo de la pérdida -muerte- de la relación. Si bien los familiares y amigos son importantes en esta etapa, el proceso suele integrarse de forma más saludable con acompañamiento profesional.
Una vez que aceptamos la muerte de la relación, de la persona en nuestra vida y de esa parte de nosotros mismos, es que podemos avanzar a la aceptación y a la liberación del dolor. Al final, reconstruiremos esa parte que puede conectar de manera integrada con alguien más.
Una forma común de duelo no resuelto es «no soltar» a la persona pese a que la ruptura ya se haya llevado a cabo. Mantenerse en contacto por mensajes, redes sociales o mencionar frecuentemente a la persona en las conversaciones sólo prologa el dolor.
Si estás pasando por el fin de una relación, no te distraigas, enfrenta tu proceso de duelo y verás que pronto podrás integrar la pérdida a tu vida y podrás seguir disfrutando y sintiéndote bien. Te recomiendo ampliamente el libro «La separación de los amantes: una fenomenología de la muerte» de Igor Caruso, te ayudará a entender mucho de lo que estás viviendo.